Investigadores noruegos han llevado a cabo un estudio de revisión analizando el contenido de yodo de las algas, especialmente las pardas como el kombu o la laminaria, y cómo puede afectarnos en un consumo prolongado y masivo.
Aunque el yodo es un componente natural y necesario de los alimentos, ingerir con exceso este microelemento puede acarrear problemas en la tiroides.
La cantidad de yodo que nuestro organismo puede tolerar está en torno a 150 microgramos al día. Las algas pardas son grandes productoras de yodo en diversas formas, cada una afecta en como nuestro organismo lo absorbe cuando se ingiere. Según los resultados de la revisión,0,2 a 11 gramos de peso seco proporcionan 600 microgramos de yodo, por lo que una pequeña cantidad es suficiente para exceder las ingestas recomendadas y el nivel máximo tolerable.
Además, este yodo tiene una biodisponibilidad alta que varía entre el 31 y el 90% según estudios in vivo.
Reducir el yodo de las algas pardas es posible a través de diversas técnicas que implican la aplicación de calor. Por ejemplo, escaldando o hirviendo las algas se elimina entre el 10 y el 94% de yodo. La cantidad de agua utilizada también es importante para que el alga libere este compuesto. Aunque es posible reducir significativamente la cantidad de yodo, señalan los investigadores, los resultados son “inconsistentes”. Además, “el contenido sigue siendo alto”.
Los resultados han sido publicados en la revista Comprehensive Reviews in Food Science and Food Safety y muestran que actualmente “muchas especies de algas pardas no son aptas para consumo masivo”. Por lo tanto, señalan los autores, “se necesita más investigación sobre el desarrollo de estrategias de cultivo o esquemas de procesamiento destinados a reducir el contenido de yodo para producir productos seguros y predecibles para los consumidores”.
Mientras esa evidencia científica no llega, señalan, el consumo de algas pardas debe hacerse con precaución y en pequeñas cantidades para evitar “una ingesta excesiva de yodo”. Además, recomiendan que se consideren más regulaciones de los alimentos que contienen algas marinas con respecto a los contenidos de yodo permitidos por porción, tanto a nivel de la Unión Europea como en Noruega.
Además del yodo, los investigadores recomiendan tener en cuenta los contenidos de cadmio, arsénico inorgánico, mercurio y plomo para determinar “las cantidades seguras para consumo en las algas pardas”.
Esta información es valiosa para mejorar la aceptabilidad de estos nuevos ingredientes y puede ser de utilidad para la Autoridad de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea (EFSA) y la de Noruega (VKM).
Mientras no se mejora este parámetro en algas pardas existen especies de algas rojas y verdes que son comestibles y pueden ser consideradas para consumo humano.