
Investigadores han analizado la productividad, disponibilidad de recursos y demandas de mercados para establecer qué es mejor, un sistema de recirculación en acuicultura (RAS, por sus siglas en inglés) o sistema Biofloc. A su vez, abogan por una integración de tecnologías emergentes como el Internet de las Cosas (IoT), inteligencia artificial, big data y sensores en tiempo real para mejorar la eficiencia de ambos sistemas.
La acuicultura moderna busca sistemas de cultivo cada vez más sostenibles, eficientes y resilientes frente a los retos medioambientales y sanitarios. En este contexto, un equipo internacional liderado por investigadores de la Universiti Putra Malaysia y el Rural Development Academy de Bangladesh ha publicado en Aquacultural Engineering una revisión sistemática sobre dos tecnologías punteras aplicadas al cultivo intensivo en interiores de Litopenaeus vannamei: los RAS y la tecnología biofloc.
El estudio, que analiza 46 publicaciones seleccionadas entre más de 184.000 artículos científicos revisados entre 2010 y 2024, compara el rendimiento de ambas técnicas en parámetros clave como crecimiento, composición corporal, calidad del agua, carga bacteriana y tasa de supervivencia.
Ambas tecnologías se posicionan como alternativas a los sistemas tradicionales de acuicultura intensiva en exteriores, con el objetivo de “minimizar el impacto ambiental y aumentar la productividad”. Sin embargo, presentan diferencias operativas significativas.
RAS se basa en la filtración mecánica y biológica del agua, permitiendo su reutilización casi continua y un control preciso de las condiciones de cultivo. Esto lo convierte en un sistema ideal para cultivos de alta densidad, con gran control bioseguro y potencial de producción anual constante. No obstante, “requiere una elevada inversión inicial y un alto consumo energético, lo que limita su adopción por parte de pequeñas explotaciones”.
Por su parte, BFT se basa en la acción de comunidades microbianas que transforman los residuos orgánicos en flóculos ricos en proteínas, que son consumidos directamente por los camarones. Esta tecnología promueve una respuesta inmune mejorada, reduce la necesidad de renovaciones de agua y ofrece una alternativa más económica. Aun así, “presenta retos para mantener el equilibrio microbiano y puede dificultar la visibilidad del sistema”.
Según los autores, L. vannamei cultivado en RAS alcanzó un peso final promedio de 9,30 g, mientras que en BFT fue de 9,21 g. No obstante, la tasa de supervivencia fue notablemente mayor en BFT (85,2 %) frente a RAS (73,2 %). Asimismo, el sistema biofloc mostró una mejor conversión alimenticia (FCR de 1,55 frente a 1,62 en RAS), lo que lo posiciona como una opción más eficiente en términos de alimento.
En cuanto a la composición proximal, los camarones criados en BFT presentaron mayor contenido proteico (71,2 % frente a 55,25 % en RAS), debido al aporte nutricional directo de los flóculos. En contraste, los individuos en RAS mostraron un mayor contenido de lípidos y carbohidratos, posiblemente por diferencias en la utilización del alimento y el metabolismo energético.
El estudio resalta que tanto RAS como BFT pueden contribuir significativamente a la prevención de enfermedades, un problema crítico en la producción de L. vannamei. RAS permite una gestión más estricta del agua mediante ozonización y filtrado, mientras que BFT actúa como sistema probiótico natural, limitando la proliferación de patógenos como Vibrio parahaemolyticus.
Además, ambas tecnologías se alinean con múltiples Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), incluyendo la erradicación del hambre, la salud y bienestar, y la producción responsable.