OPINIÓN

¿Qué necesitan las comunidades locales para dar su licencia a la acuicultura para operar?

Por Alejandro Guelfo, 4/10/204 | Las comunidades locales deben percibir los beneficios de la acuicultura para otorgar licencia social para operar

Grupo de personas frente al mar

Para que las comunidades locales otorguen una licencia social para operar a las empresas de acuicultura, es de gran importancia que perciban una serie de ventajas que les generen confianza y aceptación. La licencia social no es un permiso formal, sino una aceptación comunitaria basada en percepciones sociales, ambientales y económicas, y se otorga cuando la comunidad en cuestión ve que los beneficios de la operación superan los posibles riesgos o impactos negativos. 

Diversos estudios han demostrado que las comunidades locales consideran importante que la actividad sea gestionada de manera que se minimice su impacto en el medio ambiente. Esto incluye el control de la contaminación del agua, la gestión adecuada de los desechos y la conservación de los ecosistemas marinos. También es importante que la ciudadanía donde se implantan las granjas de acuicultura tenga la percepción de que el sector es ambientalmente responsable y trabaja para mejorar la salud del ecosistema.

Los beneficios económicos de la actividad deben ser tangibles, como, por ejemplo, crecimiento económico local y contribuciones a la economía. Además, es importante que estos beneficios se distribuyan de manera justa, tanto a nivel local como estatal. Si las comunidades sienten que no se están beneficiando adecuadamente o que los beneficios se concentran solo en ciertos grupos, pueden retirar su apoyo.

La confianza en los actores involucrados, como las empresas acuícolas y las autoridades gubernamentales, es clave para otorgar la licencia social. Debe existir la percepción de que las decisiones relacionadas con la acuicultura se toman de manera transparente y equitativa. El sector y el gobierno deben involucrar a la comunidad en el proceso de toma de decisiones, escuchando sus preocupaciones y ajustando sus prácticas cuando sea necesario. La falta de participación y de procesos justos puede generar desconfianza y rechazo hacia la actividad acuícola.

Las comunidades también consideran el contexto histórico y social en el que se desarrolla la acuicultura. Por ejemplo, si el sector ha estado implicado en conflictos ambientales o sociales en el pasado, puede ser más difícil que la comunidad otorgue o mantenga una licencia social. Además, el contexto cultural y el vínculo de las personas con el lugar también pueden influir en cómo perciben el impacto de la acuicultura.

En definitiva, para que una comunidad local otorgue su licencia social a la acuicultura, es esencial que perciba que la industria opera de manera sostenible, justa y transparente, que los beneficios están bien distribuidos y que los actores involucrados son confiables. Estas percepciones deben ser continuamente reforzadas para mantener la aceptación a largo plazo, lo que implica destinar un tiempo y esfuerzo a mantener este nivel de confianza.

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