El intestino de los peces tiene un papel esencial en la digestión y absorción de nutrientes, siendo estas sus funciones más evidentes. Sin embargo, el intestino ofrece mucho más que solo estas tareas básicas.
Los peces, como animales acuáticos, necesitan mantener un equilibrio hídrico y electrolítico. Este equilibrio se logra en parte a través de la absorción de sales en el intestino.
Una capacidad menos conocida del intestino es la detección de diversos nutrientes y señales químicas en el lumen intestinal por parte de sus células. Esta detección activa vías de señalización que regulan la liberación de enzimas digestivas y hormonas, ajustando la digestión y absorción según la composición de la dieta.
Además, el intestino puede reconocer y responder a la presencia de patógenos, actuando como una barrera que activa respuestas inmunitarias para prevenir infecciones.
Por ello, al diseñar una dieta específica para los peces, es crucial tener en cuenta todas estas funciones intestinales. Dietas inadecuadas pueden alterar la función digestiva, el equilibrio hídrico y electrolítico, y la composición del microbioma, lo que puede derivar en problemas de salud a corto, medio y largo plazo.
Hasta ahora, las dietas basadas en harina de pescado han demostrado ser las más efectivas debido a su alta calidad nutricional. No obstante, la sostenibilidad de estos ingredientes está en duda debido a su alto costo y su disponibilidad limitada.
Como alternativa, se están explorando nuevos ingredientes a base de plantas, que suelen ser menos digestibles y contener factores antinutricionales. Otra opción prometedora son las dietas combinadas de proteínas vegetales con insectos y subproductos animales, que pueden complementar las deficiencias de las dietas exclusivamente vegetales.