
La microbiota intestinal desempeña un papel fundamental en numerosos procesos del organismo, incluyendo el metabolismo, el sistema inmunológico, el desarrollo cerebral y la defensa frente a patógenos. Aunque tradicionalmente se ha investigado en mamíferos, los peces están ganando terreno como modelos experimentales por su diversidad, facilidad de mantenimiento y similitudes funcionales con los humanos.
Las ventajas más comentadas están en relación con su alta tasa reproductiva, embriones transparentes, facilidad de manipulación genética y menores requerimientos éticos y económicos. De hecho, especies como el pez cebra (Danio rerio), la medaka (Oryzias latipes) y el killifish africano (Nothobranchius furzeri) ya se emplean en investigación médica y toxicológica.
El estudio del microbioma de los peces ayuda a comprender mejor el metabolismo de nutrientes y en la regulación del sistema inmunológico, reforzando su valor como modelo alternativo a estudios funcionales. Además, el uso de peces transgénicos y técnicas de edición genética como CRISPR/Cas ha permitido avances significativos en la comprensión de enfermedades humanas, incluyendo transtornos neurodegenerativos y endocrinos.
Para la acuicultura, esta línea de investigación abre nuevas oportunidades en la mejora del bienestar animal y el desarrollo de dietas funcionales. La comprensión de las interacciones entre el hospedador y su microbiota puede favorecer la resistencia a enfermedades, el crecimiento y la sostenibilidad de los cultivos acuáticos.
Pero una cosa está clara, antes de poder considerar una especie adecuada como modelo biológico, es importante tener un conocimiento pleno de su biología. Por eso, la acuicultura sigue jugando un papel clave al aportar conocimiento sobre parámetros ambientales, nutricionales y reproductivos de cada especie.
Por eso es importante ampliar el uso de peces en la investigación biomédica y acuícola mediante un enfoque integrador, combinando biología molecular, bioinformática y manipulación genética. Así, los peces no solo representan una alternativa ética y eficiente a los modelos tradicionales, sino también una herramienta con enorme proyección en la biotecnología del futuro.