La producción mundial de piensos para acuicultura creció en 2022 un 2,7% y alcanzó la cifra de 52,91 millones de toneladas métricas. Esto es indicativo de que se van a producir más peces y mariscos durante este año y el próximo, lo cual es una buena noticia que sirve de muestra sobre como, la acuicultura, contribuye de manera importante a alimentar el planeta.
En Europa, la producción de piensos también mejoró, lo que viene siendo también una buena noticia. Sin embargo, este crecimiento estuvo por debajo de la media mundial, un 1,78% más hasta alcanzar los 4,69 millones de toneladas, contando con Noruega como principal contribuyente con 2,01 millones de toneladas.
A pesar del crecimiento experimentado, la producción acuícola en la UE27 está muy por debajo de su potencial y de lo que se espera, y eso, no es una buena noticia. Sobretodo si tenemos en cuenta que los europeos somos, después de los asiáticos, el segundo mayor consumidor de productos de la pesca y la acuicultura y que cada año demandamos 7,15 millones de toneladas de pescado y marisco.
De este total solo somos capaces de producir a través de nuestra acuicultura 1,3 millones de toneladas. El resto, hasta completar la cesta de la compra, lo tenemos que extraer de nuestros mares, cada vez más exhaustos, o importar de otras partes del planeta.
Eso no solo nos hace dependientes de otros países, la mayoría en vías de desarrollo con altas tasas de pobreza y malnutrición que los europeos estamos utilizamos como despensa y estamos privando a su población de proteína de producción propia que ayudaría a erradicar sus altas tasas de malnutrición y hambre.
De la misma forma estamos privando a los habitantes de zonas rurales y litorales de Europa, con excelentes condiciones para hacer acuicultura, de un medio de vida moderno y actual con los tiempos que corren. Si no somos capaces de producir pescado y marisco de forma local también estamos poniendo en riesgo la soberanía y seguridad alimentaria.
El ecosistema de ciencia, tecnología y producción en materia de acuicultura está entre los más potentes e importantes del mundo. Sin embargo, estamos fallando a nuestros consumidores si no somos capaces de trasladar ese conocimiento en una mayor producción acuícola ya que, esta actividad económica debe ser la beneficiaria final. No es justo que el fruto de este trabajo se vaya a otros continentes.
La pandemia y la invasión rusa de Ucrania tendría que haber servido para tomar conciencia de que no podemos seguir dependiendo de la producción de alimentos acuáticos de otros países. Las futuras generaciones que están por venir, ni para los habitantes de esos países que nos están aprovisionando. Muchos de estos países necesitan dedicarse a la producción de pescados y mariscos de bajo costo como la carpa o la tilapia; y no destinarse a la producción de salmón, dorada o lubina para la exportación. De esta manera nunca acabaremos con las desigualdades en el mundo.