
En las últimas dos décadas, Turquía ha pasado de producir 61.163 toneladas de pescado a 547.505 toneladas en 2023, lo que representa un crecimiento de casi 800% e impulsa significativamente el sector en este país.
Este volumen de producción se sitúa en aproximadamente 1.700 millones de euros, superando la pesca extractiva y consolidándose como la principal fuente de productos pesqueros del país.
Ahora, una reciente revisión científica publicada en Reviews in Aquaculture señala que este crecimiento ha sido impulsado por avances tecnológicos, incentivos gubernamentales y una creciente demanda internacional.
Aunque la producción se ha basado históricamente en tres especies clave –trucha arcoíris, lubina y dorada, que representan el 97% del total–, se están desarrollando proyectos para ampliar la oferta con especies como el rodaballo del Mar Negro y el atún rojo.
Uno de los productos más prometedores es la trucha turca (Turkish salmon), cultivada en el Mar Negro, que ha mostrado un aumento del 31,18% en producción en 2023. La acuicultura en aguas profundas y los sistemas de recirculación acuícola (RAS) están en fase de desarrollo para optimizar la producción en entornos controlados.
Además, la digitalización del sector avanza con la incorporación de inteligencia artificial y aprendizaje automático para optimizar la alimentación, el monitoreo ambiental y el bienestar de los peces. Estos avances buscan mejorar la eficiencia y reducir costos operativos.
Retos ambientales, la búsqueda de una producción sostenible y consumo local

El cambio climático representa un desafío significativo para la acuicultura en Türkiye y el Mediterráneo. El aumento de las temperaturas del mar afecta especies sensibles, lo que ha llevado a la implementación de bombas de agua fría en jaulas marinas en el Mar Negro para estabilizar las condiciones de cultivo.
Otro reto clave es la dependencia de ingredientes importados para la alimentación acuícola, como la harina y el aceite de pescado. Para reducir esta vulnerabilidad, se están explorando alternativas sostenibles, incluyendo el uso de harinas de insectos y subproductos de la industria pesquera.
Türkiye también trabaja en la reducción de su huella de carbono. Se estima que la cercanía entre fábricas de alimento y centros de producción podría ayudar a mitigar el impacto ambiental del transporte. Estudios recientes han analizado la huella de carbono de distintas especies cultivadas para ajustar las prácticas hacia una producción más sostenible.
A pesar del éxito de las exportaciones, el consumo de pescado en Turquía sigue siendo bajo, con una media de 7,2 kg per cápita, muy por debajo de la media mundial. Para incrementar el consumo interno, el gobierno y el sector privado han lanzado campañas de concienciación sobre los beneficios nutricionales del pescado y han promovido estrategias de marketing dirigidas a los consumidores jóvenes.