
Investigadores de la Universidad de Vigo han logrado un importante hito científico que podría transformar la acuicultura de moluscos y reducir la dependencia de la imprevisible disponibilidad de semilla de mejillón silvestre.
Tradicionalmente, el cultivo de mejillón se basa en la recolección de cría (mejilla) en bancos naturales o en cuerdas suspendidas de bateas flotantes. Sin embargo, la creciente variabilidad ambiental —provocada por el cambio climático, la contaminación y las proliferaciones de algas— está poniendo en riesgo la estabilidad y sostenibilidad de este modelo. Ante esta situación, la criopreservación surge como una estrategia prometedora para estabilizar la producción y conservar los recursos genéticos.
Para hacer frente a estos retos, científicos del Centro de Investigación Mariña (CIM) de la Universidade de Vigo —Alba Lago, Jesus Souza Troncoso y Estefania Paredes— han desarrollado el primer protocolo exitoso de criopreservación para juveniles de mejillón (Mytilus galloprovincialis) de más de 1 mm de tamaño. Según su estudio, publicado en Scientific Reports, se trata de la primera vez que se ha conseguido criopreservar con éxito la etapa juvenil de un organismo marino de este tamaño y complejidad.
Los investigadores ampliaron los protocolos existentes de criopreservación larval para cubrir todas las etapas del desarrollo, desde las 24 horas posteriores a la fecundación hasta los 45 días. Hasta ahora, los protocolos solo habían alcanzado la etapa larval de 72 horas. Este último avance incluye la conservación de juveniles con órganos completamente desarrollados, comparables en complejidad a ejemplares adultos.
Para lograrlo, fue necesario optimizar ampliamente las concentraciones de crioprotectores, las estrategias de alimentación y las condiciones ambientales como la temperatura y la salinidad. Uno de los hallazgos clave fue que alimentar a las larvas antes de congelarlas mejoraba su supervivencia y desarrollo tras la descongelación. Las larvas alimentadas mostraron mayores tasas de normalidad y un tamaño superior, demostrando por primera vez que la nutrición mejora la tolerancia al frío en larvas marinas complejas.
Especialmente destacable es la criopreservación exitosa de juveniles de 40 y 45 días tras la fecundación. Estos mejillones, de aproximadamente 1 mm de longitud, son significativamente más complejos que las larvas tempranas. Ajustando la fórmula crioprotectora —aumentando el etilenglicol del 10% al 12%—, el equipo logró incrementar la tasa de supervivencia tras la descongelación del 13% al 66%.
A los 45 días, las tasas de supervivencia superaban el 60% a las 24 horas de descongelación, y más del 90% de los juveniles mantenían una estructura anatómica normal. Este logro sitúa a la investigación en la vanguardia de la criopreservación de organismos completos, un campo emergente con muy pocos precedentes exitosos en animales de esta complejidad.
Este avance abre la puerta al criobanco de semilla de mejillón para su uso en criaderos, reduciendo la presión sobre los ciclos naturales de reclutamiento y ayudando a garantizar el suministro ante interrupciones ambientales. Además, representa una herramienta valiosa para conservar líneas genéticas, restaurar bancos naturales sobreexplotados y apoyar programas de mejora genética.
El estudio ha contado con el apoyo de la Xunta de Galicia, el Ministerio de Ciencia e Innovación y los fondos europeos NextGenerationEU. La investigación forma parte del programa Galicia Marine Science y ha recibido apoyo técnico de la estación marina ECIMAT.