
Los océanos son la despensa del mundo y los necesitamos para seguir alimentando a una población mundial en continuo crecimiento. Lo mismo que la Revolución Verde de la segunda mitad del siglo XX permitió un importante inicremento de la productividad agrícola y un mayor abastecimiento de alimentos a la población mundial, la Revolución Azul, a través del desarrollo tecnológico de la maricultura seguirá incrementando la capacidad humana para alimentarse siendo, en este caso, con alimentos de mejor calidad nutricional y más saludables.
Así lo confirma el estudio The future of food from the sea (el futuro de la alimentación desde el mar) que acaba de ser publicado en la prestigiosa revista Nature y en el que se analizan muchas incógnitas aún no resueltas sobre cómo elevar la oferta de productos acuáticos y hacerlo de manera sostenible.
La mayor parte de los alimentos que consumimos tiene origen terrestre y, aunque la expansión sigue siendo posible, añadir más presión a los recursos continentales nos llevaría a acciones que exacerbarían el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Sin embargo, de los océanos solo obtenemos el 17 por ciento de los alimentos, habiendo margen de mejora.
En el estudio ha participado una española, la viguesa Elena Ojea, responsable del grupo Future Ocean Lab de la Universidad de Vigo que, junto con 22 investigadores de diez países y que tiene como autores principales a Christopher Costello, Ling Cao y Stefan Gelcich, quienes por encargo de la ONU, han plasmado en un Documento Azul las claves que podrán permitirnos seguir alimentando a 9.700 millones de personas que habitarán el planeta Tierra en 2050.
En el estudio se analizan los principales sectores productores de alimentos en el océano como la pesca extractiva, la maricultura y la producción de bivalvos, y se plantean diversos escenarios de oferta y demanda con objeto de establecer “curvas de suministro sostenibles”, dando cuenta de las limitaciones ecológicas, económicas, reglamentarias y tecnológicas.
Aplicando la metodología de análisis, los investigadores han descubierto que, teniendo en cuenta las reformas de políticas y las mejoras tecnológicas, la disponibilidad de alimentos de los océanos podrían aumentar de 21 a 44 millones de toneladas hasta 2050, un incremento estimado de entre el 36 al 74 por ciento en comparación con los rendimientos actuales.
Esto representa del 12 al 25 por ciento del aumento estimado de toda la carne necesaria. Aunque el estudio prevé la posibilidad de aumentar la producción en los tres ámbitos de estudios, el que tendrá mayor capacidad para satisfacer la futura demanda será el de la maricultura de peces y mariscos.
Sin embargo, aclaran los autores del trabajo, alcanzar estos potenciales sostenibles de producción dependerá de factores como las reformas políticas, la innovación tecnológica y el alcance de los cambios futuros en la demanda.
Los avances en tecnología para producción de piensos para alimentar peces y mariscos serán cruciales para alcanzar este objetivo. Según señalan en su estudio, actualmente el 75 por ciento de la producción en maricultura requiere de algún tipo de ingrediente finito, el más limitante es el de la harina y aceite de pescado, insumos obtenidos principalmente de pesquerías de pequeños pelágicos no destinados a consumo humano directo.
Con el ritmo actual de uso de estos ingredientes marinos el crecimiento de la maricultura se verá limitado. Por eso, será muy importante que se puedan incorporar nuevas fuentes de nutrientes alternativas, como las proteínas terrestres de origen vegetal o animal, los subproductos del procesado del pescado y marisco. Así cómo los ingredientes noveles microbianos, los procedentes de insectos, de algas y microalgas, y finalmente, los controvertidos organismos modificados genéticamente.
Estas tecnologías emergentes de producción de materia prima podrían librar a la maricultura de su dependencia a las pesquerías de pequeños pelágicos, y reenfocar la presión sobre los ecosistemas terrestres, algo que ya viene sucediendo en especies como el salmón Atlántico, que ha pasado de un uso del 90 por ciento de ingredientes marinos en la década de los noventa a, tan solo, un 25 por ciento en la actualidad.
Referencia:
Christopher Costello, Ling Cao, Stefan Gelcich, Miguel Ángel Cisneros-Mata, Christopher M. Free, Halley E. Froehlich, Christopher D. Golden, Gakushi Ishimura, Jason Maier, IIlan Macadam-Somer, Tracey Margin, Michael C. Melnychuk, Masanori Miyahara, Carryn L. de Moor, Rosamod Naylor, Linda Nøstbakken, Elena Ojea, Erin O’Reilly, Ana M. Parma, Andrew J. Plantinga, Shakuntala H. Thilsted, Jane Lubchenco. The future of food from the sea. Nature. (2020). https://doi.org/10.1038/s41586-020-2616-y