
Un informe de diagnóstico de CTAQUA sobre el estado de 39 salinas en Chiclana de la Frontera, en pleno corazón del Parque Natural de la Bahía de Cádiz destaca que destaca que un 51% de estas salinas se encuentran abandonadas y en mal estado de conservación.
En contraste, aquellas en las que se mantienen actividades económicas muestran un estado de conservación significativamente mejor, lo que sugiere que la explotación rentable y el mantenimiento constante son clave para preservar estos ecosistemas singulares.
Como explica CTAQUA en su última newsletter, este trabajo ha sido posible gracias al proyecto SALINNOVA, enmarcado en el programa DipuInnova Plus de la Diputación de Cádiz, y que busca definir la mejor estrategia de conservación de las salinas, a través de la explotación económica sostenible que combine actividades como la acuicultura, extracción de sal y conservación de biodiversidad con actividades complementarias como el turismo, la recolección de macroalgas y las actividades recreativas.
Posteriormente, se ha analizado la viabilidad económica y compatibilidad de actividades en función del estado de conservación de las salinas, con el fin de orientar en la creación de nuevas empresas y atraer inversiones para restauración y conservación.
Como señala Sergio Aranda, responsable de proyecto en CTAQUA, “hemos visitado el 90% de las salinas de Chiclana para evaluar los accesos, la caseta salinera y el estado de estructuras internas, compuertas y vueltas de fuera”. “Tras cada visita, se digitalizaron los datos, evaluándose y puntuándose en función de unos parámetros comunes a cada uno de estos espacios. Esta información ha sido sintetizada mediante un Sistema de Información Geográfica (SIG), obteniendo un resultado visual que integra toda la información recopilada”.
Esta información se verá complementada con un estudio para hacer una aproximación del coste de recuperación y un listado de actividades compatibles en cada salina, en función de lo que establece el recién aprobado PORN y el PRUG del Parque Natural Bahía de Cádiz.
También hay que destacar, añade, proyectos de restauración y puesta en valor recientes, que están permitiendo recuperar la actividad en una parte importante del sector.
En cuanto al estado de conservación, en la gran mayoría de los casos, las salinas en las que se está llevando a cabo una actividad económica por parte de concesionarios del sector privado, se encuentran en un estado de conservación bueno (28%) o muy bueno (23%). Esto es debido a que se necesita mantener la funcionalidad de la salina para poder llevar a cabo dicha actividad, por lo tanto, se realizan mantenimientos continuos en todas las estructuras importantes.
Sucede todo lo contrario cuando las salinas se encuentran abandonadas o sin actividad económica asociada, que se encuentran en muy mal estado (23%) o mal estado (21%). Respecto a las salinas abandonadas que se encuentran en mal estado o muy mal estado, aunque el coste para su recuperación y la puesta en marcha de alguna actividad económica es muy elevado, la gran mayoría de ellas requieren trabajos mínimos que permitan darle un uso como áreas de conservación y fomento de la biodiversidad.
“Algunas podrían recuperarse para acuicultura en régimen extensivo mejorado, combinándola con el turismo, las actividades recreativas o la recolección de macroalgas”, señala. Si no se actúa, una inmensa mayoría acabarán desecadas o sumergidas completamente, perdiendo así su función ecosistémica. “Se necesitan proyectos que pongan en valor estos enclaves, antes de que sea demasiado tarde”, añade Sergio Aranda.
El papel de las administraciones es clave en este asunto
Una muestra de que tienen gran capacidad para conservar y gestionar adecuadamente estos espacios es el Ayuntamiento de Chiclana, que cuenta con la concesión de tres fincas salineras a las que le está dando distintos usos, desde la conservación de la biodiversidad y uso público en la salina Carbonero, a la extracción de sal artesanal y divulgación en la salina Santa María de Jesús.
Para que estas zonas puedan conservarse y recuperar su funcionalidad, es necesaria la implicación de todos los agentes con competencias y la colaboración entre las administraciones y el sector privado. “Se ha podido comprobar que la mejor forma de conservar las salinas es implantando actividades económicas que hagan su explotación rentable y que permitan realizar labores de mantenimiento constante.
Además de las tres actividades principales como la acuicultura, la extracción de sal o la conservación de la biodiversidad, existen un amplio abanico de actividades complementarias que ayudan a aumentar la rentabilidad de estos espacios y a aumentar su atractivo ante la llegada de posibles nuevos inversores”, concluye.