
Consumir pescado y marisco ayuda a llevar una dieta equilibrada. Lo dicen organismos como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, siglas en inglés), la American Heart Association, o la Sociedad Española de Nutrición.
Principalmente, el mayor o menor consumo se asocia a cuestiones económicas o de falta de una educación nutricional adecuada. En otras, y contradiciendo las recomendaciones de las autoridades, un menor consumo es debido a nuevos estilos de vida que están ganando adeptos en los últimos años, y que promueven eliminar el consumo de carne animal y sus derivados por cuestiones éticas o medioambientales.
Como consumidores, tenemos el derecho de tomar nuestras decisiones de forma libre e informada. Por eso, es importante continuar explicando las ventajas de consumir pescado para la salud y para el planeta. Estos hábitos piscívoros nos permiten obtener, entre otras, proteínas de alta calidad, adquirir ácidos grasos omega-3, y vitaminas y micronutrientes como el hierro hemo, de más fácil absorción que el que se obtiene por los vegetales. Por no hablar de la vitamina B12, que casi exclusivamente se encuentra disponible en la carne animal, incluido el pescado, por supuesto.
España ha sido siempre reconocido como un país amante del pescado, una tendencia que poco a poco vamos viendo diluirse con caídas del consumo. En el último año, por ejemplo, la caída ha sido del 12%. Lo más preocupante es que este descenso del consumo se viene experimentando desde tiempo, y se produce más entre las familias con hijos. Específicamente, según los datos el 57% del descenso en el gasto de productos del mar se produce en este segmento de la población. Es decir, estamos criando niños y jóvenes con malos hábitos de consumo.
Un descenso que no solo afecta a la seguridad alimentaria y al futuro de la salud de nuestra población, también tiene consecuencias directas en la cadena de valor del pescado y marisco, y las comunidades costeras que dependen de este estos sectores.
Para revertir a esta situación son varias las medidas que debemos tener en cuenta. Por una parte, fortalecer la capacidad para producir pescado y marisco de calidad a través de la acuicultura y la pesca responsable. Es importante que el pescado sea accesible en cantidad y precio para toda la población. Si además es producido en nuestras costas, mejor para el tejido económico y para el medio ambiente.
La oferta debe estar diversificada en formatos y especies, lo que también contribuye a aumentar el consumo. Una parte del menor consumo se produce porque no encontramos formatos de conveniencia que se adapte a los nuevos hábitos en el hogar. El fomento de especies de acuicultura populares ayuda en ambos aspectos.
No es menos importante una educación nutricional acertada y la mayor conciencia sobre la importancia del consumo del pescado en una dieta saludable. Para ello, las campañas de información, los programas de educación alimentaria y la promoción de los beneficios del consumo son fundamentales. Es una pena que hace años el Gobierno decidiera prescindir del FROM, un organismo público que tanto hizo por el consumo del pescado y marisco en nuestro país.
Como he comentado, el precio es un factor importante en las decisiones de compra. Por eso, reducir el IVA, una reivindicación que cada vez se escucha con mayor fuerza ayudará de manera especial a evitar la deriva negativa del consumo y permitirá que el pescado esté más asequible en determinados segmentos de la población con menos recursos.
De cualquier manera, es importante recordar que ninguna de estas medidas por separado es tan efectivas como cuando se incluyen en un enfoque integral que promueva su consumo.