
En los últimos años la acuicultura ha venido demostrando su gran potencial para llevar a un siguiente nivel la producción de proteína animal sostenible y económicamente viable. En un nuevo paradigma productivo en el que se busca reducir el desperdicio alimentario a través de la economía circular, los subproductos generados en la producción de alimentos deben tomar un valor adicional a través de su reintroducción a través de la innovación.
Como norma general, la materia prima desechada en los procesos agroindustriales, tanto agrícolas como animales pueden ser reintroducidos en forma de ingredientes para piensos siempre y cuando lo permita la legislación. Dentro de este nuevo contexto de economía circular, la acuicultura juega un papel importante gracias a la abundante e interesante evidencia científica sobre cómo muchos desechos tienen aplicación en los piensos acuícolas.
En la mayor parte de los casos se busca recuperar proteína, carbohidratos y grasas. La proteína recuperada busca poder sustituir la harina de pescado y de soja, cuya sostenibilidad está siempre en cuestión.
Muchos desechos agroindustriales son ya buenos conocidos por su uso en otros sectores, como el salvado de trigo o arroz. Estos ingredientes han sido también empleados con buenos resultados en la alimentación de peces herbívoros y omnívoros por su alto contenido proteico.
En el caso de los subproductos de biorrefinerías de etanol con maíz como materia prima en Estados Unidos, el resultante es una proteina altamente interesante. Sin embargo, a pesar de su potencial, el alto contenido en ácido fítico de este y otros residuos vegetales terrestres dificulta la digestibilidad y absorción de nutrientes de vital importancia como el fósforo. Para mejorar este parámetro se suele recurrir al empleo la enzima fitasa comercial que se ha usado como aditivo en piensos experimentales de lisa (Mugil cephalus) y lubina europea (Dicentrarchus labrax) con relativo éxito.
Dentro de la categoría de subproductos vegetales de uso en biorrefinerías, como sería el caso anterior del maíz, está el glicerol que puede ser empleado como suplemento alimenticio por ser el encargado de la degradación digestiva de los lípidos y el catabolismo de los aminoácidos, así como en otras funciones fisiológicas, como el crecimiento. Su empleo se ha estudiado tanto en trucha arcoíris como en lubina europea, aunque no existe un grado de desarrollo suficientemente amplio aún.
El estudio de los desechos de frutas en forma de orujo o cáscaras de cítricos está también en una fase muy inmadura a pesar de que destacan por su gran potencial como aditivos por su alto contenido en energía y fibra.
Entre los mayores ingredientes destacan la vitamina C, los fenoles y los flavonoides que pueden ser empleados como aditivos alimentarios.
Cuando se procesan para obtener zumos, generan aproximadamente el 25% de su peso en desechos que no son completamente aprovechados. Esto significa que en el mundo se generan cada año millones de toneladas de desechos que podrían ser reincorporados a la cadena alimentaria.
La levadura y el bagazo de cerveza son los principales subproductos generados en la industria cervecera y destacan por su alto contenido de carbohidratos y su potencial como aditivo.
Para alcanzar la mayor eficacia nutricional se recurre a la hidrólisis de la matriz lignocelulósica que la compone, y de esta forma, se consigue mejorar la digestibilidad de sus nutrientes. Esta materia prima se ha usado exitosamente con la lubina europea (Dicentrarchus labrax).
Después de dos décadas de estudios también se ve más cerca la inclusión de subproductos del olivar, como el agua de almazaras, la hoja del olivo y el orujo de aceituna. Esta materia prima residual destaca por su alta concentración en antioxidantes con características antimicrobianas, antifúgicas y antioxigénicas.
Los estudios realizados en peces demuestran que su inclusión en los piensos mejora el rendimiento del crecimiento, el sistema inmunitario y la mejora nutricional del filete.
Según los datos aportados por la industria del olivar, por cada 100 kilos de aceituna procesada para aceite se generan 35 kilos de residuos sólidos y 400 litros de residuos líquidos.
Las proteínas animales terrestres procesadas están autorizadas para uso en acuicultura desde hace una década, específicamente desde 2013, y desde entonces han mostrado ser para peces carnívoros una importante fuente amino ácidos esenciales, incluyendo lisina y metionina, así como grasas y minerales como calcio y fósforo.
Otra de las grandes ventajas de esta materia prima es su alta palatabilidad y digestibilidad en peces carnívoros como el salmón Atlántico, la dorada o la lubina, entre otras especies.
Los hidrolizados de plumas de aves son también una fuente proteica interesante que se viene usando en piensos para peces.
Dentro de la categoría de proteínas de origen animal se encuentran también las obtenidas de los recortes de pescado, en forma de cabezas, tripas, pieles y espinas.
El aprovechamiento de este recurso está menos explotado que en el caso de las terrestres ya que la industria transformadora pesquera está menos desarrollada. Sin embargo, en Europa ya representa el 54% de la harina de pescado que se emplea.