
Los primeros atisbos de piscicultura se remontan a hace 8 000 años documentado con el cultivo de la carpa común (Cyprinus carpio) en la provincia de Henan, China. También hay evidencia de que los egipcios hace 3 500 años cultivaban la tilapia del Nilo (Oreochromis niloticus) en estanques de riego.
En Europa los romanos ya tenían en piscinas peces que mantenían y criaban para su consumo, y en la edad media el cultivo extensivo de diversas especies era común. La trucha comenzó su andadura en la mitad del siglo XIX y hasta ahí se podría seguir poniendo ejemplos que nos llevan a nuestros días. Quizá, el mejor momento de la cría de peces.
Sin embargo, establecer el momento a partir del cual una especie se puede considerar “domesticada” depende de criterios a veces subjetivos que, dependiendo del autor, pueden tener un grado de complicación mayor o menor. La domesticación vista como el control de la reproducción y de las técnicas de cultivo ha permitido en las dos últimas décadas incorporar a un importante número de especies a la producción ganadera. Al igual que con el resto de especies animales destinados al consumo humano, se entiende que una especie está domesticada cuando además de tener un control absoluto de las condiciones de crianza, se empiezan a seleccionar rasgos genéticos de los peces para alcanzar los objetivos de productividad y eficiencia en la conversión de alimento.
La plena domesticación permite aplicar la cría selectiva

En el ámbito académico existe cierto consenso en determinar cinco niveles de domesticación. El más básico sería el de aclimatación de los peces a la cautividad. Le sigue otro nivel en el que se controla parte del ciclo. En un estado medio de domesticación, se tendría un control completo del ciclo, sin embargo, se necesitan incorporar especímenes silvestres para garantizar la continuidad de la producción.
La “verdadera” domesticación comenzaría según el criterio de la academia a partir del pleno control del ciclo de producción sin depender de la incorporación de material biológico silvestre. Mientras que un grado de domesticación mayor las especies producidas estarían sometidas a programas de cría selectiva aplicada en objetivos específicos. En este nivel de domesticación se encuadrarían 30 especies procedentes de 10 familias, entre ellas ciprínidos, salmónidos y algunos esturiones.
Aunque adoptemos como válido que una especie está domesticada completamente cuando para su producción no se depende de ejemplares silvestres. No es menos cierto que a partir de ese momento comienza la domesticación, la cual es un proceso continuo y no un estado fijo. Pues las especies agrícolas y ganaderas, ya sean terrestres o acuáticas, siempre se están domesticando y adaptando a las necesidades humanas, de la tecnología disponible y del entorno.
La domesticación es un proceso continuo e infinito

Entonces, ¿Todas las especies utilizadas en acuicultura están domesticadas? El número de especies que se encuentran domesticadas en algún grado varía mucho según el criterio y a quien le preguntes. Criar una especie no implica necesariamente que esté domesticada. En base a datos de la FAO existen autores que cifran esta “domesticación” en 250 especies. Sin embargo, la cifra se reduciría a 100 si tenemos en cuenta aquellas que se pueden cultivar independientemente del acervo genético silvestre.
Las especies domesticadas desde más antiguo, como la carpa y la tilapia del Nilo son también las más producidas en el mundo. En Europa, se incluyen la trucha arcoíris (Oncorynchus mykiss), el salmón Atlántico (Salmo salar), la dorada (Sparus aurata), la lubina europea (Dicentrarchus labrax) y el rodaballo (Psetta maxima).
La domesticación a través de la cría selectiva, lleva consigo ventajas para los acuicultores. La especie se adapta a las necesidades del mercado, a las condiciones de cultivo para mejorar su talla en menos tiempo con un mismo, o menor, consumo de alimento. Otras ventajas de la domesticación están relacionadas con la reproducción en cantidad y calidad, la mejora de la resistencia a enfermedades, o la adaptación a condiciones ambientales determinadas, o cierto tipo de ingredientes en los piensos.
Hay un aspecto importante a tener en cuenta a la hora de acometer la domesticación de una especie relacionada con la implementación de los programas ganaderos. Una planificación deficiente conduce a pérdida de la variabilidad genética, por eso es importante apoyarse en las potentes herramientas de secuenciación y bioinformática.
La cepa como domesticación evolucionada es aquella que tiene apariencia y comportamiento homogéneo, así como otras características que la diferencian de otros organismos de la misma especie y que permite mantener la propagación.
Esto que en el ámbito terrestre es común para miles de aves y mamíferos, es poco habitual en el medio acuático. Se ha conseguido con la carpa, la trucha arcoíris, y en los últimos años con la tilapia GIFT, desarrollada a principios de la década de los noventa a partir de una población base que incluye cepas silvestres y cultivadas de ocho países africanos y asiáticos. Esta cepa crece un 85% más rápido que la población base.
El salmón Atlántico es sin duda la especie mejor domesticada de la que se conocen 12 generaciones en cautividad y, sin embargo, todavía no tienen cepas reconocidas oficialmente. Algo que podría cambiar en breve.
La domesticación es la clave y el fin último de las especies destinadas a consumo humano. En acuicultura es un proceso que comenzó hace solo unas pocas décadas en el que no se puede dejar pasar ni un solo día.