Los ingredientes marinos como la harina y el aceite de pescado son una fuente importante de nutrientes en la alimentación en acuicultura y otras ganaderías. Utilizados desde décadas, tienen un papel estratégico y sostenible sobre otras fuentes de alimento, permitiendo reducir la presión sobre los cultivos terrestres.
La oferta mundial de estos ingredientes se considera estabilizada en los 5 millones de toneladas métricas para la harina de pescado y 1,1 millones de toneladas para el aceite de pescado, aunque dependiendo del año y de las condiciones oceanográficas, pueden cambiar.
Hasta ahora estas cantidades habían sido suficiente para abastecer las necesidades mínimas de la industria de la acuicultura. Sin embargo, una demanda cada vez mayor de los ingredientes marinos, especialmente de aceite de pescado, motivada por el rápido crecimiento de la acuicultura de especies alimentadas y de otros sectores están provocando una escalada de precios sin precedentes.
Estos sectores que pueden competir por el recurso son tan variados como el ganadero, farmacéutico y de suplementos alimenticios, y de la alimentación de mascotas.
Enrico Bachis, Director de Investigador de Mercados de IFFO, señala para misPeces que 2022 fue un buen año ya que se cumplieron los objetivos mundiales de producir 6 millones de toneladas de ingredientes marinos, de los que 5 millones fueron de harina y 1 de aceite. Esto es debido, como señala, a que la mayoría de pesquerías se manejan de forma sostenible.
Sin embargo, este año existe una gran incertidumbre sobre cómo será la producción mundial ya que Perú el mayor productor con 20% de la oferta global lleva 3 años influenciado por el fenómeno de La Niña que afecta a la producción, principalmente de aceite de pescado.
En 2023 se espera que sea El Niño el que afecte la producción de aceite de pescado. Además, contrariamente a lo que había sucedido en otras ocasiones, la cuota de capelán en Europa es baja y no podrá cubrir el hueco en la oferta que deje la producción peruana.
Por eso, señala, as posible que este año, se observe por primera vez competencia entre la acuicultura y la industria farmacéutica y de suplementos alimenticios por hacerse con una cuota de aceite de pescado. Hasta ahora la industria farmacéutica había tenido almacenadas suficientes reservas de aceite de pescado para su autoabastecimiento, sin embargo, diversas fuentes del sector apuntan a que en 2022 estarían en valores mínimos y necesitarán acudir al mercado por más producto.
De los tres escenarios que se barajan, señala Bachis, nosotros nos quedamos con el medio, que habla de 2,7 millones de toneladas de capturas para las dos temporadas de anchoveta, lo cual es mucho menos de lo esperado. En un año normal se suelen pescar entre 5 a 6 millones de toneladas.
Queda esperar que la primera temporada, que suele empezar en abril – mayo, de inicio en junio y, a partir de ahí tendremos información más precisa.
Sin embargo, también se baraja un escenario pesimista en el que podrían verse reducidas drásticamente las capturas, lo cual sería pésimo en el contexto mundial. El escenario más optimista, que defienden algunos científicos a falta del IMPARPE que todavía no ha emitido su informe oficial, hablan de una cuota de 1,5 millones de toneladas. Sin embargo, este escenario solo se podrá confirmar tres meses antes de que se abra la segunda temporada.
A nivel mundial, explica, hay países que están aumentando su capacidad para producir harina de pescado, mientras que otros están bajando sus volúmenes de producción. En general, lo previsto es que en 2023 “tengamos menos cantidad de harina y aceite de pescado que en 2022 que ya fue un año de baja producción”. No obstante, añade, la producción mundial se mantuvo por encima de los 5,1 millones de toneladas para la harina y 1,2 millones de toneladas para el aceite, dentro de los volúmenes de producción promedio.
En esta competición por hacerse con los ingredientes marinos disponibles el sector de la acuicultura que parte con más ventaja competitiva es el dedicado a la producción de salmón, ya que los altos rendimientos económicos de los últimos años les permiten adquirir estos ingredientes a un coste mayor.
Por su parte, los productores del Mediterráneo con menores rentabilidades pueden pasar apuros para hacerse con estos ingredientes.
IFFO trabaja para seguir alimentando a un mundo en crecimiento poblacional
En IFFO estamos intentando hacer entender al mundo de la importancia de los ingredientes marinos para poder hacer frente al crecimiento demográfico esperado para las próximas décadas.
Hoy en día, señala Bachis, se producen 52 millones de toneladas de alimentos para acuicultura. En 2030 serán necesarios producir 90 millones de toneladas para mantener el ritmo de crecimiento de la demanda de productos acuícolas.
De ahí que exista la necesidad de encontrar 40 millones de toneladas de ingredientes para los piensos.
No creemos que los ingredientes noveles vengan a sustituir los ingredientes marinos extractivos, más bien vendrán para complementar esta oferta. No va a ser posible que ellos solos puedan cubrir la demanda que se espera y, por lo tanto, “tendremos que trabajar juntos”.
Por nuestra parte, somos conscientes que por la vía de la pesca no se satisfará completamente la futura demanda mundial de ingredientes marinos. Por eso, estamos trabajando en mejorar la capacidad de producción a través de los co-productos generados por la industria transformadora de pescado. Los ingredientes marinos recuperados por esta vía representaron en 2022 el 38% del total de la harina y aceite de pescado utilizados.
Para mejorar estas cifras, todo va a depender de una buena organización de los subproductos y de que la tecnología vaya incorporándose en los países productores.
España y Europa son ejemplos de que es posible recuperar grandes cantidades de subproductos pesqueros. También se podría trabajar en la recuperación del pescado capturado accidentalmente y que no tienen interés para consumo humano directo.
La acuicultura ya es una fuente generadora de subproductos de interés. Por ejemplo, la industria del salmón es capaz de generar una parte importante materia prima para alimentar la producción de dorada y lubina, que se ha observado es óptima para estas especies.
España, es un ejemplo de su capacidad para recuperar subproductos originados por la industria del atún, produciendo 20 000 toneladas solo de esta fuente, a la que habría que sumar la que se recupera de otras materias primas. Lo mismo para Ecuador, que también tiene una potente industria conservera de atún produce 60 000 toneladas de ingredientes marinos y Tailandia, otra potencia, que produce 63 000 toneladas.
En el futuro veremos tensiones de la parte de los mercados y los que puedan pagar más serán los que se hagan con la harina y aceite de pescado disponible por la oferta.
El aceite de pescado, y más específicamente el omega-3, es un ingrediente crítico para el rendimiento productivo de los peces y los langostinos de origen acuícola, especialmente durante las primeras etapas de desarrollo de los peces. Es sabido que una falta de ácidos grasos omega-3 en la dieta puede provocar un crecimiento lento, una menor resistencia a enfermedades y otros problemas de salud en los peces.
El aceite rico en omega-3 también debe ser utilizado por motivos de calidad nutricional del pescado a los consumidores.
También colaboramos con la FAO en el desarrollo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es por eso que en IFFO estamos siempre viendo nuevas oportunidades de hacer crecer el suministro de ingredientes marinos y por eso creemos que la colaboración con todas las partes interesadas es la única manera de conseguirlo.