La subida de los costes energéticos y de explotación de los últimos meses han afectado la rentabilidad del campo, la pesca y la acuicultura, dejando al descubierto el grave problema de soberanía alimentaria que tiene España, mucho más intenso de lo que podíamos imaginar.
La crisis del coronavirus ya fue un primer aviso de la alta dependencia que tenemos a lo que se produce en terceros países para llenar la cesta de la compra y lejos de movilizar los distintos mecanismos del Estado para revertir la situación, durante estos años no se ha hecho mucho para solventar la situación.
El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reconoció en una entrevista reciente este problema a raíz de la pandemia evidenciando que, en España, no contamos con Plan A.
En el caso del pescado y el marisco el 70% de lo que consumimos viene de terceros países. En el caso de la dorada y la lubina, especies de consumo de primer orden, ni siquiera somos capaces de abastecer con nuestra propia producción la demanda de los consumidores. Dependemos de importar la mitad de lo que consumismos de Grecia y Turquía.
Observo con cierta preocupación como, desde el Gobierno, se habla de mejorar la soberanía alimentaria, mientras que, por otra parte, sigue presente la intención de expulsar de la costa a las empresas de alimentos azules. No puede haber soberanía alimentaria sin empresas que produzcan pescado y marisco. Nuestras aguas no son capaces de abastecernos de pescado y mariscos de origen extractivo sin que pongamos en riesgo el equilibro y la biodiversidad. Pescar allende los mares, no forma parte de nuestra soberanía territorial, por lo que nos hace dependiente de lo que otros Estados nos dejen pescar.
No parece que, con la actual actitud del Gobierno se vaya a mejorar la producción de alimentos. Tampoco con la más que evidente desidia para resolver los expedientes de nuevos proyectos de inversión en acuicultura que buscan ampliar nuestra soberanía alimentaria.
Hay que resolver el problema de la acuicultura en el corto plazo e incorporarla al modelo de soberanía alimentaria en el medio y largo plazo
Por el momento, y mientras se llega a plantear un plan A para reducir la dependencia de las importaciones, es necesario que se adopten medidas que frenen la actual sangría en las empresas. La huelga del transporte indefinida, lejos de parecer que va camino a solucionarse está cada vez más enquistada, y conforme pasan los días, complican la viabilidad de las empresas del sector primario, y más específicamente, de la acuicultura.
Esta semana en misPeces hemos realizado un recorrido por los principales productores piscícolas de Galicia, tanto marina como continental, y se observa cómo la situación se va haciendo más preocupante, aunque todavía no sea crítica.
La piscicultura española forma parte de la solución al problema de desabastecimiento, por eso es importante generar situaciones de confianza empresarial. Una huelga prolongada del transporte, como la actual, se hará sentir más pronto que tarde en el aprovisionamiento de insumos esenciales en la explotación como el pienso o el oxígeno, entre otros. Aunque todas las empresas han asegurado tener controlada la situación para estos días, lo cierto es que ya comienzan a observarse problemas de exceso de crecimiento de la biomasa, por la imposibilidad de hacerla llegar a los compradores, y dificultades para recibir insumos esenciales como el pienso y el oxígeno.
Además, como explica uno de los productores, aunque los peces pueden pasar días sin alimentarse, sin que eso tenga consecuencias negativas en el bienestar de los mismos, sí afecta a la rentabilidad empresarial. Además, conforme pasan los días, cada vez está más cerca la Semana Santa, una de las temporadas de mayor consumo de pescado y de ventas.
Incluso solucionándose el problema actual del transporte, en el medio plazo será importante resolver la situación de los fabricantes de alimentos quienes advierten que se encuentran “al borde del colapso” sin poder abastecerse de materias primas para elaborar los piensos. Aunque parece que en este caso la situación está garantizada, ninguno descarta la posibilidad de que se produzcan roturas de stock puntuales.
Es momento de que el Gobierno se tome en serio la necesidad de contar con un Plan A de soberanía alimentaria que cuente con la acuicultura como modelo local para proveernos de alimentos azules.