A los españoles nos gusta presumir de la gastronomía que tenemos porque es diversa y muy arraigada en las tradiciones; y también, porque tiene una parte muy vanguardista que nos sitúa en el Olimpo de la cocina mundial. Pero, para poder presumir de gastronomía, necesitamos contar con materia prima de máxima calidad en nuestros campos, ríos y mares. Y de eso, también tenemos un rato.
De nuestra tierra nos podemos sentir orgullosos de la huerta, los frutales y la cabaña de cerdos ibéricos, corderos y terneras.
¿Y de los ríos y mares? También, ya que contamos con una acuicultura que ha sabido entender que los consumidores españoles son exigentes en la calidad y en la cantidad de especies de la que nos gusta disfrutar en una buena mesa.
Somos gente a la que nos gusta comer pescado y marisco y no nos gusta caer en la monotonía. Un día apetece un pescado de talla ración y al otro, por qué no, un ejemplar grande.
Por eso, la acuicultura española a lo largo de estos años se ha preparado para ofrecer una amplia gama de productos de primera calidad, diversificando en especies y formatos. Sin género de dudas, en número de especies se podría decir que somos campeones europeos.
La gran ventaja de los pescados de acuicultura de los ríos y las costas españolas es que los tenemos disponibles prácticamente todo el año; son productos de proximidad que generan empleo en el sector primario y en zonas rurales: nada más y nada menos que 18 000 empleos directos y 46 000 indirectos; y permiten distribuir la riqueza entre el comercio local y la economía nacional.
De nuestros ríos salen para los mercados ricas truchas arcoíris, que son la alternativa nutricional perfecta al salmón y, además, más asequibles en precio.
¿Sabías que cada año se producen en España casi 20 000 toneladas de truchas? Las puedes encontrar en el mercado bajo la denominación asalmonada o blanca y presentadas enteras, evisceradas o en filetes.
¿Y qué decir de la sabrosa carne de esturión y su lujoso caviar? ¿O de las ricas tencas?
De los mares encontramos doradas, lubinas y corvinas excepcionales de origen mediterráneo y atlántico.
Podemos presumir también de tener las mejores y mayores empresas que producen rodaballos y lenguados del mundo. Además de que son una delicia, se producen con el control más riguroso posible y con trazabilidad total.
Del Levante español viene el patanegra del mar, el atún rojo. ¿Sabías que el que se cría en nuestras costas es más cardiosaludable que el salvaje? Pues sí, está verificado científicamente por la Universidad de Murcia y el Instituto Español de Oceanografía. El atún rojo de las granjas españolas tiene un mayor contenido de ácidos grasos poliinsaturados. Ya sabes, el Omega-3 tan importante para el corazón y para el buen funcionamiento del cerebro.
También tenemos anguilas, pez limón (también llamado seriola, lecha o medregal) y varias especies de lisas, además de las anguilas.
Productos que podemos disfrutar los 365 días del año en España. Pescados que hacen la delicia del consumidor medio gracias a su precio estable todo el año, y que por su calidad y seguridad alimentaria son los más demandados en la restauración, así como de las mesas más selectas. ¿Recuerdas la última cumbre de la OTAN que fue en Madrid con presencia real incluida? Pues allí se sirvió atún rojo, corvina y trucha de acuicultura española.
Cuando apuestas por los productos de la acuicultura española lo estás haciendo por una proteína de máxima calidad y grasas ricas en Omega-3. Estás invirtiendo en salud. Y también, en sostenibilidad, ya que la acuicultura es una forma eficiente de producir alimentos de origen animal, con una huella de carbono inferior a la del cerdo y el pollo, y su consumo favorece la protección de los recursos naturales para que la puedan seguir disfrutando las siguientes generaciones.
Cuando vayas al mercado y veas un pescado producto de la acuicultura de España, recuerda que detrás de ese milagro de multiplicar los peces hay mucha gente implicada en el proceso. Desde el chef que lo cocina, pasando por el pescadero que te lo vendió, el granjero acuícola que lo cuidó y alimentó, y el investigador que estudió la forma de criarlo en las mejores condiciones. Por no decir los proveedores de tecnologías y servicios.