El eminente científico británico Stephen William Hawking dijo en mas de una entrevista que en algún momento la humanidad será víctima de una catástrofe que nos empujará a la extinción; y por eso, siempre recomendaba que antes de que esto ocurra nos vayamos buscando otros planetas que habitar, ya que “expandirnos por el universo puede ser lo único que nos salve como especie”.
Hawking era un excelente científico y también un gran divulgador, y sabía llevarnos a su terreno, el Cosmos. Para Hawiking esa posible “catástrofe” podía venir de la inevitable colisión de un gran asteroide sobre la tierra.
Pero, ¿Y si esa catástrofe estuviera originada por el Cambio Climático? Un estudio del investigador del Centro Internacional de Ciencias del Clima y del Medio Ambiente de la Academia China de Ciencias, Lijing Cheng publicado no hace tanto en Advances in Atmospheric Sciences estimó de manera contundente que toda la energía calorífica liberada por la actividad humana a la atmósfera en los últimos 25 años era equivalente a haber explotado 3.600 millones de bombas atómicas como la que arrasó Hiroshima al final de la Segunda Guerra Mundial.
El único motivo que no nos ha hecho achicharrarnos es que el 90 por ciento de ese calor está siendo absorbido por los mares y océanos del mundo. Como consecuencia, esa ingente energía calorífica liberada por la actividad antropogénica que hasta hace poco eran imperceptibles son ahora más que evidentes con la subida del nivel del mar, la acidificación, los eventos meteorológicos extremos o de cambios en la circulación oceánica. Todos estos cambios terminarán impactando de un modo u otro en las pesquerías y la acuicultura, y por tanto en nuestra seguridad alimentaria.
Consecuencias sobre los recursos vivos acuáticos
La modificación de las nuevas condiciones de vida en los océanos por efecto del Cambio Climático hará que muchos recursos pesqueros busquen nuevas latitudes en aguas más frías o aguas mas profundas donde encontrar alimento.
La FAO a través del informe SOFIA 2018 abordó esta problemática y llegó a la conclusión de que el Cambio Climático afectará a la producción primaria de los océanos haciendo disminuir globalmente ésta un 6% hasta 2100, siendo más acusado en zonas tropicales donde la disminución podrá ser de hasta el 11%.
La acuicultura no será ajena a esta circunstancia se prevén brotes de enfermedades emergentes bacterianas, víricas y parasitarias que afectará el correcto desarrollo de las especies.
¿Y si consideramos la acuicultura como parte de la solución?
Sin embargo, hay una buena noticia en todo este infortunio, al contrario de la pesca que parece haber alcanzado su máximo potencial hace tiempo, la acuicultura y su forma en la que se plantea la producción de alimentos seguirá siendo parte de la solución, ya que, a través de las técnicas de cultivo se podrá abordar el problema alcanzando soluciones de mitigación.
Para ello, habrá que trabajar en nuevos sistemas de producción de peces en granjas flotantes en ubicaciones de mayor calidad oceánica o manteniendo sinergias con otras ocupaciones del espacio marítimo, como por ejemplo, los aerogeneradores marinos. Estos cambios requerirán de tener estructuras mejor preparadas para soportar los envites de los temporales.
También, podremos refugiarnos en los sistemas de recirculación en acuicultura (RAS, por sus siglas en ingles) capaces de proporcionar las condiciones de cultivo óptimas y controladas de las especies.
La acuicultura, al ser una actividad granjera acuática, permite la domesticación de las especies a través de la mejora genética. Por tanto, esta actividad será uno de los grandes aliados de la humanidad para seguir produciendo alimentos adaptados a nuestras preferencias, como ya hacemos con la agricultura y la ganadería terrestre.
Pero como decía, la acuicultura no es solo capaz de darnos soluciones de mitigación, también forma parte de la solución en forma de sumideros de carbono azul como los que se proponen a través del cultivo de microalgas con capacidad para transformar el CO2 en carbono orgánico; o los moluscos bivalvos y su capacidad para convertirlo en carbonato cálcico de sus conchas.
Para poder garantizar la seguridad alimentaria de las futuras generaciones, el alimento tiene que ser producido de manera controlado y sostenible. De esta manera, también garantizamos la biodiversidad ya que solo las especies de granja y no las silvestres formarán parte de nuestro sistema alimentario.
Estamos en tiempo de descuento por lo que tenemos que confiar en la capacidad humana para crear tecnología útil que nos permita actuar para adaptarnos. La pesca de captura ha alcanzado su capacidad máxima de producción.
Lo mismo que un día el hombre aprendió a cultivar la tierra, ahora va siendo hora de que aprendamos a cultivar el mar.