
El calentamiento global ha dejado de ser un riesgo abstracto para la acuicultura. Las olas de calor ya son una amenaza concreta para la sostenibilidad de las especies marinas en algunas regiones del Mediterráneo y, específicamente, para el cultivo de la trucha arcoíris.
Un equipo de investigadores de la Universidad de León, la Universidad de Murcia y el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL) ha confirmado, tras un exhaustivo estudio de 4 años de duración, que los eventos extremos de calor no solo reducen el rendimiento en la fase de engorde, sino que comprometen de manera directa la capacidad reproductiva de la especie.
El estudio se basa en las observaciones en 17 localizaciones de la cuenca del Duero y tiene consecuencias en la comunidad autónoma de Castilla y León, región que se encuentra en el centro de esta alerta climática y es la principal productora nacional de trucha arcoíris, con el 25% del total nacional.
Los datos recogidos en el marco del proyecto REPHEAT 2022-2025 muestran que la duración de estas olas de calor ha aumentado progresivamente, alcanzando hasta 71 días en el verano de 2023, con incrementos de temperatura de 8,94ºC por encima de la media estacional. Este aumento no se produce de forma aislada: viene acompañado de una disminución notable de oxígeno disuelto y de la alteración del caudal y nivel de los ríos, condiciones que intensifican el estrés en los peces.
En truchas de talla comercial, un modelo experimental de 19 días reproduciendo una ola de calor real reveló una tendencia clara a la pérdida de peso, un incremento significativo en los indicadores de estrés oxidativo tanto en plasma como en piel y una activación de genes asociados al estrés térmico, como los de la familia de las proteínas de choque por calor (HSPs).
Sin embargo, los investigadores constataron que la respuesta no fue uniforme en todos los tejidos: en hígado y branquias no se detectaron alteraciones relevantes en la expresión de genes relacionados con el equilibrio redox, lo que sugiere una respuesta fisiológica diferenciada y aún no completamente comprendida.
Además de la fase de engorde, otro estudio complementario publicado en la revista Aquaculture pone el foco en los reproductores y desvela un riesgo más profundo: la alteración de la capacidad fértil. Una ola de calor simulada de apenas 16 días provocó en machos reproductores una caída de los niveles de testosterona en plasma y una reducción significativa en la calidad del esperma, con descensos en motilidad y viabilidad.
A nivel celular se observó una detención de la diferenciación de espermatocitos tipo I y tipo II y un aumento de la apoptosis en espermatozoides. El análisis transcriptómico reveló la alteración de más de mil genes vinculados con procesos de maduración y apoptosis, lo que desvela, por primera vez, los mecanismos moleculares que explican la disrupción de la espermatogénesis bajo condiciones de estrés térmico.
Soluciones para reducir el impacto futuro de las olas de calor

Los investigadores no se han limitado a describir el problema: también han aportado soluciones metodológicas que pueden aplicarse en granja. Una de las más destacadas es la utilización del malondialdehído (MDA) en el mucus cutáneo como biomarcador no invasivo de estrés térmico. Este método permite un seguimiento continuo del estado fisiológico de los animales sin necesidad de sacrificarlos, ofreciendo a los acuicultores una herramienta práctica para anticipar decisiones operativas y reducir pérdidas económicas.
La magnitud de los resultados ha llevado a plantear un cambio de paradigma en la gestión de la acuicultura continental. Según la Dra. Marta Riesco, responsable del equipo de la ULE, la clave estará en reforzar la monitorización ambiental, mejorar la planificación espacial de las instalaciones teniendo en cuenta la incidencia, intensidad y duración de las olas de calor, y avanzar en la selección genética de líneas más resistentes. La adaptación de protocolos de manejo será igualmente necesaria, desde la formulación de piensos más adecuados para condiciones de estrés hasta la reducción de densidades en momentos críticos.
El reto, no obstante, trasciende el manejo inmediato de las granjas. Los autores, entre los que se encuentra como co-autor Dr. Ignacio Fernández, consideran que el futuro de la acuicultura continental en Europa pasa por integrar datos climatológicos y modelos predictivos en la toma de decisiones estratégicas. El nuevo proyecto MITHEAT 2025-2028, recientemente financiado, explorará estas soluciones con un enfoque holístico que incluye todas las fases del ciclo productivo, desde embriones hasta reproductores.
La conclusión es inequívoca: las olas de calor ya no son un fenómeno episódico, sino un condicionante estructural del futuro de la trucha arcoíris en acuicultura. En un sector que sostiene empleo rural, fija población en zonas despobladas y garantiza un alimento de alta calidad nutricional, el desafío del cambio climático se traduce en la necesidad urgente de un modelo de producción resiliente.
El conocimiento científico generado en estos trabajos no solo ilumina los riesgos, sino que abre la puerta a nuevas herramientas de adaptación que determinarán la viabilidad de la acuicultura de agua dulce en las próximas décadas.
Referencias: