Modificar el modelo energético no va a ser suficiente para evitar la subida de la temperatura en la Tierra, también es preciso modificar los hábitos de consumo. Así lo advierten los expertos de la ONU, que han trabajado en el Informe Especial del Calentamiento Global. Para este think tank la forma en la que se producen los alimentos, nuestros hábitos de consumo y el derroche alimentario son responsables del 10% de las emisiones de gases efecto invernadero. Por eso, señalan, tenemos que modificar nuestra dieta y comenzar a transformar el mundo, y eso implica consumir más pescado y marisco en sustitución de la proteína animal terrestre.
Una visión del futuro que pasa por integrar la acuicultura en el sistema alimentario como parte de la solución al cambio de modelo de consumo de alimentos a nivel mundial para combatir la crisis climática. Esta posición es defendida por expertos del Programa de los Alimentos del Futuro de la Universidad de Oxford, que afirman que el actual sistema alimentario es uno de los principales impulsores del cambio climático por sus aportaciones excesivas de nitrógeno y fósforo; un uso de la tierra desequilibrado y el agotamiento del agua dulce y la contaminación de los ecosistemas acuáticos y terrestres.
El cambio a una dieta más acuícola tiene el potencial de reducir a la mitad los aumentos proyectados en las emisiones del sistema alimentario y contribuir con una quinta parte de las reducciones necesarias para mantener el calentamiento global por debajo de 2ºC. La acuicultura marina y estuarina, que representa alrededor de un tercio de la producción mundial, tiene una de las emisiones de gases efecto invernadero más bajas por kilogramo si se compara con la mayoría de la proteína animal terrestre.
Las zonas costeras donde se produce la acuicultura contribuyen a mantener los ecosistemas costeros que sirven de sumideros de carbono azul, y que son, entre 3 y 5 veces más eficientes que los bosques.
Incluso las empresas productoras de salmón Atlántico, criticadas por algunos ambientalistas, demuestran año tras año que son los productores de proteína animal más sostenible del mundo. El índice Coller FAIRR que analiza el compromiso de las empresas productoras de proteína animal con la emisión de gases efecto invernadero, deforestación y biodiversidad sitúa a tres compañías noruegas entre las siete clasificadas como “bajo riesgo”. Estas son: Mowi, el mayor productor de salmón del mundo, que ocupa la primera plaza de sostenibilidad; Grieg Seafood, en segundo puesto, y Lerøy Seafood, en cuarto lugar.
Como es obvio, si reducimos la producción de carne terrestre tenemos que aumentar esa proteína animal a través de la acuicultura para mantener la seguridad alimentaria y patrones dietéticos equilibrados.
En España y Portugal la tradición por comer pescado y marisco permite avanzar en ese camino de cambio de dieta. No obstante, nos encontramos ante el problema de que prácticamente el 70% de ese consumo está basado en importaciones de terceros países. El riesgo entonces es mudar un comportamiento sin tener garantizada ni la seguridad, ni la soberanía alimentaria.
Potenciar la acuicultura local es la única forma de hacernos más sostenibles y respetuosos con el planeta y, para que eso ocurra, también debe haber un cambio real y sincero de actitud en las políticas regulatoria de la actividad acuícola, fomentando la selección de sitios idóneos y enfocando de manera correcta la regulación ambiental, dirigiéndola a producir el mayor volumen de alimentos, con el menor de los recursos y de la forma más sostenible posible.
Diciembre es un mes en el que se aumenta el consumo de alimentos en general. Nos reunirnos con amigos y familia. También es un tiempo de nuevos propósitos. Pensemos un poco en cómo cambiar las cosas para producir más productos acuáticos. El planeta nos lo agradecerá.