OPINIÓN

Necesitamos producir localmente acuicultura para nuestra seguridad alimentaria

No podemos presumir de estándares de seguridad alimentaria si para nuestro abastecimiento dependemos del 80% de lo que se produce en terceros países

Artículo de opinión de Alejandro Güelfo, editor de misPeces

Mujer sentada en escalera con cara de preocupación

Este mes se ha celebrado por primera vez el Día Mundial de la Seguridad Alimentaria a instancias de Naciones Unidas. Una iniciativa que busca visibilizar que todavía 600 millones de personas enferman cada año por comida contaminada o en mal estado.

No estamos hablando de hambre pura y dura, que también la hay y mucha para nuestra vergüenza como civilización. La inseguridad alimentaria va de no tener acceso a alimentos seguros, saludables y apropiados culturalmente, y es también un problema grave.

La seguridad alimentaria mundial depende en gran medida del control de los alimentos en toda la cadena de valor. Mantener los alimentos inócuos es un proceso que comienza en las explotaciones agrarias y ganaderas, incluídas las acuícolas.

Existe la opinión de que, en Europa, y específicamente en España, la seguridad alimentaria está garantizada. Pero eso no es cierto. Al menos esto no es así para el 13,3% de los hogares españoles. En cifras, más de 6 millones de personas que cuentan con rentas bajas se ven afectadas por la inseguridad alimentaria en nuestro país. Estas personas en algún momento han tenido que saltarse una comida, han pasado hambre, han consumido alimentos en mal estado, o no tienen acceso a alimentos sanos o nutritivos con regularidad, como sería el pescado y marisco, ya que por incapacidad económica no pueden comprarlos. Es decir, han experimentado inseguridad alimentaria puntual o la sufren de manera crónica.

Por otra parte en la Encuesta Europea de Salud en España de 2020, las dietas inadecuadas provocan hasta 90 000 muertes al año y los costes de sobrepeso ascienden a 1 950 millones de euros.

Por eso, la seguridad alimentaria va también de producir alimentos en cantidad, calidad y a precios asequibles localmente. Algo que en la Unión Europea en el caso del pescado y del marisco no se está consiguiendo y estamos fallando ya que importamos el 80% del pescado y marisco que consumimos.

Nos afanamos en regular la actividad acuícola que se lleva a cabo en nuestra región hasta límites ridículos

Hombre sentado en el suelo

¿Cómo podemos tener una seguridad alimentaria plena si dependemos de terceros países donde los estándares de seguridad alimentaria son mas laxos? Recientemente, el Ministro Planas aseguró que nuestros estándares de seguridad alimentaria son “los más altos del mundo” reconociendo de forma implícita que en otros países son peores. Si eso es así, en el caso del pescado y marisco donde no controlamos el 80% de la producción “con nuestros altos estándares” desde la granja estamos fallando a los consumidores.

Parafraseando a Bill Clinton en la campaña electoral de 1992 en la que utilizó la expresión que le ayudó a ganar las elecciones, “es la economía, estúpido” (the economy, stupid). Por eso, a muchos de los legisladores en Europa estaría bien recordarles que “es la acuicultura, estúpido” la que permitirá garantizar la seguridad alimentaria.

Más que defender a nuestros consumidores, los estamos dejándolos indefensos ya que la imposición de una excesiva regulación de dificil cumplimiento del 20% de la actividad no permite alimentarnos localmente de productos acuáticos, asfixia a nuestras empresas y estanca la actividad dentro de nuestro territorio. Hasta tal punto, vuelvo a repetir, que nos hace ser dependientes del 80% de las importaciones de terceros países donde no tenemos capacidad de intervención. No tiene sentido y es estúpido.

Aunque existen muchas razones para explicar por qué ocurre esto, la principal y de más trasfondo es el infantilismo europeo. Y, añadiría, la irresponsabilidad de tomar las decisiones a golpe de demoscopia.

En el caso de la acuicultura no queremos asumir de manera adulta lo que significa la producción local para el autoabastecimiento de pescado y marisco, y que implica, ocupar el espacio marítimo, nos guste o no.

También hay mucho de egoísmo. No queremos acuicultura en nuestro patio trasero porque se ven las granjas, nuestros barcos de recreo tienen el acceso restringido, o vaya usted a saber qué otro argumento, conscientes de que el mayor poder adquisitivo del Viejo Continente nos permite importar estos productos de cualquier parte del mundo, a un coste ambiental mucho más alto por el transporte de mercancias. Convertir a estos países en nuestras despensas es también egoista ya que privamos a los habitantes de estos países a producir los alimentos para su autoconsumo. Mientras tanto, aquí, privamos a los habitantes de nuestras costas y zonas rurales de oportunidades de trabajo dignas, modernas y sostenibles.

Si queremos tener la mayor seguridad alimentaria del mundo, estamos fallando en el 80% del propósito.