
Insectos, microalgas, concentrados de proteínas vegetales y bacterias forman parte del elenco de nuevas fuentes de ingredientes para mejorar la sostenibilidad de los piensos de acuicultura en el futuro. De todas estas algunas están mejor posicionadas que otras por su buen balance de aminoácidos. Otras por su alta disponibilidad en volúmenes o precio. Sin embargo, todos estos valores son muestra del potencial que pueden tener. Ninguno por sí solo es suficiente para poder contar con ellos como ingredientes, antes debe pasar el escrutinio de la ciencia.
Establecer la idoneidad nutricional de las fuentes de materias primas para la fabricación de piensos de acuicultura, no solo es una cuestión de disponibilidad y precio, también debe estar biodisponible para los peces.
Por eso, para cada ingrediente que se proponen para su uso como ingrediente acuícola, debe estudiarse y analizarse, en términos relativos a la digestibilidad de sus aminoácidos, principalmente si se trata de proteína. Esto se consigue a través del estudio del coeficiente de digestibilidad aparente, el cual permite determinar la cantidad de nutrientes que son digeridos y absorbidos por los peces a través de la dieta.
El estudio del coeficiente de digestibilidad aparente puede ser utilizado también para evaluar el impacto de factores como la edad, la especie y el tamaño del pez en la digestibilidad de los nutrientes.
Otros estudios también deben analizar otros factores como el rendimiento del crecimiento, la supervivencia y la digestibilidad aparente de la proteína, los lípidos y el fósforo de las diferentes fuentes.
Entonces, ¿existe una fuente de proteína ideal, o todas pueden ser utilizadas? Lo cierto es que no hay ingrediente perfecto, todo dependerá en gran medida de la especie, la edad y el sistema de cultivo.
Por ejemplo, los distintos estudios realizados con harina de insectos, y más específicamente con la harina de mosca soldado negra y gusano amarillo muestran cómo la quitina de su exoesqueleto suele tener componentes antinutricionales que reducen la digestibilidad aparente en comparación con otras fuentes de proteína. Sin embargo, también está demostrado que la quitina en pequeñas cantidades tiene un efecto positivo en la capacidad inmunológica. Por tanto, ambos aspectos deben ser tenidos en cuenta.
Por su parte, la proteína unicelular, ya sea de microalga como Schizochytrium, Chlorella sp, o de bacteria Methylococcus capsulatus es la que mejor desempeño tiene en términos de digestibilidad aparente de todas las mencionadas. Aun así, siguen teniendo una digestibilidad más baja que las dietas con harina de pescado. Como aspecto positivo, estas proteínas suelen tener una digestibilidad aparente del fósforo mayor.
Las microalgas suelen tener una alta digestibilidad, sin embargo, a niveles superiores al 75% de sustitución se debe tener en cuenta la disminución de la actividad enzimática debido a la pared celular.
De todas, las que parecen estar mejor posicionadas para se el gran suceso del mercado son las proteínas de la bacteria Methylococcus.
Las proteínas de las plantas terrestres tienen como “gran ventaja” la disponibilidad en cantidad y precio. Como principal “desventaja” el deficiente balance de aminoácidos esenciales para la dieta de animales acuáticos. Además, contienen una gran cantidad de factores antinutricionales, lo que afecta la palatabilidad.
Es el caso de la harina de semilla de algodón que a pesar de su disponibilidad en volumen suele contener gosipol, un compuesto natural que reduce la digestión y absorción de nutrientes y puede tener, llegado el caso, efectos tóxicos. En este caso, la proteína concentrada de algodón tratada para extraerle los antinutrientes y los hidratos hidrosolubles puede ser una solución.
En general, todas estas fuentes de proteína tienen el potencial para sustituir la harina de pescado, no obstante, cada una debe ser ponderada por los efectos a medio y largo plazo en los peces. Todo es cuestión de que se haga un estudio exhaustivo y pormenorizado en función de sus pros y contras.