La estrategia de alimentación es determinante para el éxito de una granja e implica tomar decisiones correctas con la calidad del pienso, el tamaño del gránulo, la cantidad y su frecuencia de administración, entre otras cuestiones.
Por eso son importantes los estudios que se dedican a relacionar el comportamiento de los peces con el alimento y consumo del pienso.
Los alimentadores autodemanda están basados en el aprendizaje conductual natural de los peces que, al pasar por un sensor reciben una dosis de pienso. Los peces desde una edad temprana aprenden que al pasar por determinada parte del tanque reciben un estímulo en forma de comida. Esta opción basada en la autodemanda de los peces se ha convertido en una interesante aplicación en granjas de acuicultura ya que el control de la ingesta es ejercida por los peces en función del hambre que estos tengan.
Sin embargo, poco se sabe de cómo funciona esta interacción en especies como la dorada (Sparus aurata) donde la jerarquía social es muy marcada, y donde las relaciones entre peces dominante y subordinado pueden determinar el que unos pocos controlen la evolución ganadera del resto.
Un interesante estudio desarrollado por investigadores del Instituto de Acuicultura de Torre de la Sal (IATS-CSIC), la Universidad Jaume I y Lucta SA analizó la capacidad de la dorada para discriminar las propiedades sensoriales de los piensos utilizando alimentadores autodemanda de doble elección. En el trabajo se observó que la dorada puede operar fácilmente con estos sistemas y seleccionar el tipo de dieta, desarrollando una preferencia particular, usando rasgos sensoriales olfativos y gustativos. Incluso se ha observado que los peces adquieren preferencias por unos comederos frente a otros a pesar de que contengan el mismo tipo de pienso.
La información generada, señalan los autores del trabajo, “será de utilidad para el diseño de dietas y estrategias de alimentación en dorada”. Por eso, fruto de lo observado en los experimentos, los autores recomiendan prestar “especial atención” a las interacciones sociales que impulsan a las doradas hacia un comportamiento agonista y que puede influir en los resultados experimentales. Este comportamiento agonístico potencial, añaden, parece ser menos prominente en doradas juveniles más jóvenes.
Diseño experimental
Los investigadores plantearon una serie de experimentos en los que se emplearon tanques de cultivo de 2000 litros provistos de dos alimentadores autodemanda activados por sensores de cuerda y conectados a un sistema informático.
El primer experimento utilizó 6 tanques con 10 peces en cada uno con un peso medio de 266 gramos con una dispersión de talla de 19,4 gramos. En ambos comederos se puso la misma dieta estándar de control para evaluar la preferencia potencial por un comedero. Este experimento constaba de tres fases: una primera con dos comederos, otra con un solo comedero, y una tercera con los dos comederos de nuevo.
El segundo experimento empleó 11 tanques con 15 peces en cada uno. El peso medio osciló entre los 25 y 50 gramos y se usaron tres dietas isoenergéticas: una control, otra positiva apetecible, a base de harina de pescado, krill y calamar; y otra negativa en la que se añadió clorhidrato de quinina al 1,5%.
Este experimento también se planteó en tres fases: la primera de aclimatación con dieta control; la segunda con una opción dual; y la tercera de doble elección con inversión de alimentadores.
El tercer experimento contó con 8 tanques y 10 peces por cada uno con un rango de peso entre 25 a 50 gramos en el que se usó un único autoalimentador por tanque en la que se alternó la dieta control y la de quitina (sabor negativo), para corroborar la respuesta aversiva de los peces.
Al final del primer experimento observaron que los peces comieron menos cuando solo había un alimentador disponible. En el segundo experimento comprobaron que la dorada puede discriminar fácilmente el compuesto amargo en la dieta. En el tercer caso, las doradas comieron tanto la dieta control como la de quitina, atribuible a las necesidades energéticas de los peces.
A pesar de los resultados del tercer experimento, los investigadores comprobaron que la presencia de la sustancia amarga en el pienso generó el rechazo del 14,3% del alimento, frente al 2,6% del control, lo que implica “un papel de los sistemas sensoriales en la evaluación de la calidad de los alimentos”.
Nuestros estudios, señalan los investigadores, demuestran que la dorada puede discriminar diferentes dietas según sus características organolépticas. La respuesta asociada a las dietas aversivas (con quitina) fue claramente más consistente.
El condicionamiento negativo de la dieta con quinina se reveló solo cuando al animal se le proporcionó una opción alternativa, lo que resultó en una menor demanda de la dieta menos apetecible o aversiva (experimento 2), pero cuando no hubo opción disponible, la dorada demandó por igual ambas dietas (experimento 3), probablemente impulsado por el sistema homeostático del animal y respondiendo a los requisitos energéticos.
Sin embargo, a pesar de una alimentación igualmente exigente, la presencia de la sustancia amarga dio como resultado mayor rechazo de alimentación (experimento 3), lo que indica un papel importante de los sistemas sensoriales en la evaluación de la calidad de los alimentos y, en última instancia, en la determinación de la ingesta de alimentos.
En nuestras condiciones experimentales que involucran períodos de alimentación muy activos, la dorada no pudo discriminar dietas positivas (experimento 2), lo que sugiere que los requisitos energéticos pueden superar la regulación hedónica de la ingesta de alimentos.
Referencia:
Sara Puchol, Esther Leal, Rita Angotzi, Jesús Rosel, Sofia Morais, José Miguel Cerdá-Reverter. Dietary discrimination using a dual-choice self-feeding system in seabream (Sparus aurata). Aquaculture, Volume 559, 2022, 738449. ISSN 0044-8486