La industria salmonicultora ha respondido a la necesidad de crecimiento de la producción en el mundo de dos formas: llevando el cultivo tierra dentro o mar afuera. El primer caso está mas documentado y ya cuenta con proyectos a escala comercial. El segundo supuesto, el de la acuicultura en aguas oceánicas, está menos documentado se apoya en supuestas ventajas teóricas que en muchos casos carecen de la evidencia científica necesaria.
Tomando como modelo de producción el salmón Atlántico los expertos consideran que existen serios desafíos biológicos, tecnológicos y financieros de estos sistemas frente a los mas que probados en todo el mundo basados en de granjas situadas en fiordos protegidos. Los sistemas actuales, tienen un bajo intercambio de agua, y dan como resultado una alta proliferación de piojos de mar y otras enfermedades asociada. También se produce la proliferación de algas nocivas, así como los efectos sobre la salud y fisiología de los peces.
A pesar de las previsibles ventajas “teóricas” de las granjas oceánicas en la menor proliferación de piojos o mareas rojas, lo cierto es que no existen datos documentados que permitan establecer en qué medida se reducirá este impacto.
Por muy buena que sea la ubicación en aguas oceánicas, está claro que los peces se expondrán a condiciones del mar y corrientes más severas, lo que hará necesario hacer la transferencia de los peces con un tamaño mayor al que ahora se hace. Por eso se piensa que antes deberán ser criados en entornos más protegidos, es decir, tendrán que pasar una parte del tiempo en los fiordos, o en instalaciones de preengorde en tierra.
En el caso que la granja oceánica se infeste será más difícil y costoso llevar a cabo las labores de mantenimiento.
En general, todos los costes operativos aumentarán, incluida la inversión inicial y todos aquellos relacionados con el transporte. La tensión constante de las estructuras requerirá de materiales más costosos y especializados y deberán reemplazarse con mayor frecuencia, lo que se traducirá en una vida útil menor.
Esta mayor inversión y costes deberán estar bien justificados a través de los beneficios de alejar las jaulas de la costa. Y es por eso, que los investigadores proponen dedicar más tiempo y recursos a estudios en profundidad de la oceanografía, la idoneidad de las especies de cultivo y los costes y desafíos operativos y de licencia para los sitios en alta mar en comparación con los cercanos a la costa.
Por eso, una opción pasa por aumentar la economía de escala con granjas mucho mayores de las actuales que se encuentran entre las 2 000 y 5 000 toneladas, a otras de 10 000 y 25 000 toneladas. Esto hará que las inversiones pasen de los 10 a 20 millones de euros como las actuales en granjas en tierra, a otras del orden de los 100 a 200 millones de euros. Con circulantes mucho mayores hasta que se produzca la cosecha.
Por eso, algunos expertos abogan por asociar estos modelos productivos a otros como la generación de energía eólica. Sin embargo, la mayoría de los estudios no toman en cuenta el cultivo de peces y están basados en el de las algas y moluscos.