OPINIÓN

El informe SOFIA 2022 deja claro que la acuicultura será crucial en el próximo decenio para luchar contra el hambre y la pobreza

Productores de trucha en LatinoaméricaProductores de trucha en Latinoamérica

El informe del Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura es, de lejos, el documento técnico más importante que disponemos para analizar la evolución de la actividad de nuestro sector a escala planetaria, y que aborda, a través de datos objetivos cuantitativos, el importante papel de los productos acuícolas como medio de vida, solución para la nutrición y garante de la seguridad alimentaria.

Este artículo no viene a repetir las cifras que ya se han dado, y que están muy bien recogidas en el informe. La idea es que todos los que nos dedicamos a este sector, desde nuestros distintos puestos de responsabilidad, reflexionemos sobre la importancia de analizar los datos de manera objetiva para sacar nuestras propias conclusiones. Las mías, las dejo a continuación.

La acuicultura, junto con la pesca, son herramientas que tenemos para luchar contra la pobreza, el hambre y la malnutrición en el planeta. Para mí, las dos son actividades necesarias e importantes. No voy a añadir la coletilla de que una es complementaria de la otra, o viceversa. Ese melón, con los precios a los que están ahora, no nos conviene abrirlos a ninguno de nosotros en este momento. Sin embargo, si cabe comentar que mientras la pesca parece haber tocado techo, el de la acuicultura no está ni de cerca alcanzado.

Coincidiendo con la reflexión realizada durante la presentación del informe SOFIA esta semana en Lisboa, queda claro que en el próximo decenio, si queremos alcanzar el desafío de hambre cero, tendremos que hacerlo a través del “milagro de los peces”. Es decir, con la acuicultura.

Por mucho que se ha avanzado en estas últimas décadas, no hemos sabido como civilización alimentar al mundo de manera eficaz, equitativa y sostenible. Seguimos hablando de Economía Azul, cuando deberíamos enfocarnos en crear Comunidades Azules enfocadas en cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

Como parte del sector, tenemos la responsabilidad de llevar hasta el último rincón del planeta este informe y ponerlo en manos de los encargados de formular políticas, de los colectivos sociales, y los propios consumidores.

Acuicultores en MyanmarAcuicultores en Myanmar

A los que ven la acuicultura en los países desarrollados como una amenaza para el medio ambiente o para el desarrollo económico basado en el turismo, les pediría mayor altura de miras. La acuicultura es una actividad necesaria aquí, y también en los países en vías de desarrollo. Tenemos la necesidad y responsabilidad de autoabastecernos de los productos que consumimos, es bueno para nuestra soberanía alimentaria y es bueno para el planeta. La acuicultura opera en nuestro entorno desde hace más de medio siglo, y desde entonces, no se ha producido ningún indicio que haga dudar de la eficiencia de este sector como proveedor de alimentos y garante de un medio ambiente pristino.

La dependencia de pescados y mariscos de terceros países no es bueno para nosotros, ni para el medio ambiente. Por otra parte, la dependencia de importaciones para trasladar hasta nuestra mesa alimentos que han tenido que recorrer miles de kilómetros, aumentan la huella de carbono y priva a los habitantes de estas regiones del mundo de alimento consumido localmente. En países como Cabo Verde, Islandia, Kiribati y Maldivas, como recoge el informe, las exportaciones de productos acuáticos superan el 40% del valor total del comercio de mercancías, cuando lo usual es que sea el 11% del comercio agrícola total.

El ritmo de crecimiento del comercio de productos acuáticos aumenta a un ritmo medio anual de 6,9% en términos de nominales y el 3,9% en términos reales (ajustado según la inflación), como señala el informe. ¿Qué quiere esto decir? Que cada vez somos más dependientes de lo que se produce en otros países para alimentarnos, mientras dejamos a esas personas sin un bien nutricional tan preciado.

A partir del lanzamiento del informe SOFIA 2022 se abre un periodo fascinante con el decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible hasta 2030. Los acuerdos, decisiones y medidas que se adopten deberán abordar los 10 desafíos prioritarios para vivir en un planeta más justo e igualitario. Que así sea.

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