En los últimos años el mercado de pescados y mariscos se ha visto inundado por un ingente número de etiquetas de sostenibilidad, entre las que destacan MSC, ASC, FOS, BAP y CGN entre las más conocidas, que van buscando atraer al consumidor.
Se trata, de un tipo de ecoetiquetado basado en “planteamientos voluntarios” cada vez más populares por el creciente interés de los consumidores por este tipo de información, que, por otro lado, es demandada como obligatoria por parte de éstos según establece el eurobarómetro en una encuesta recientemente publicada.
Destaca el hecho de que en las encuestas utilizadas para recabar la opinión de los consumidores se observa cómo más de la mitad de los consultados están a favor de recibir este tipo de información.
El fenómeno no solo ha atraído el interés de la industria, también de la academia que lo ha venido analizando desde diferentes perspectivas, entre las que destaca la caracterización del consumidor.
En un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia, los autores del trabajo plantean la pregunta sobre quien plantea la obligatoriedad de la información de sostenibilidad, y quien no. Un nuevo enfoque diferente a otros estudios anteriores centrados en el cambio del etiquetado voluntario a otro obligatorio en el que se amplía la información ambiental con otra social y ética.
Desde una perspectiva sociodemográfica se pueden establecer perfiles de consumidores que estarían a favor de ecoetiquetas obligatorias. Estos serían los encuestados solteros entre 14 y 39 años, que viven en ciudades. Por el contrario, los encuestado entre 16 a 19 años y mayores de 55 años son menos propensos a pedir una ecoetiqueta obligatoria.
El estudio también reveló que los consumidores que son sensibles al cambio climático y al estado de la naturaleza también son más propensos a pensar que los ecoetiquetados deben ser obligatorios.