La falta de un plan para aumentar la producción de salmón en Chile, más allá de las operaciones que el país sudamericano tiene establecida en Los Lagos, Aysén y Magallanes podría hacer que perdiera su posición de liderazgo como productor a favor de otros países.
Actualmente el país sudamericano se encuentra entre los países de cabeza como el segundo mayor productor de salmones en el mundo con una participación de mercado aproximada de 30%.
Uno de los principales desafíos que enfrenta el país en este ámbito, según el estudio “Externalidades y regulación de la industria de salmón en Chile y el resto del mundo” de Hugo Silva y Raimundo Soto, del Instituto de Economía Pontificia Universidad Católica de Chile, es estudiar y definir cómo aumentar la competitividad de la salmonicultura nacional sin perder las ventajas comparativas actuales y en armonía con el medioambiente.
De lo contrario, y considerando las estrategias de los otros principales países productores como son Noruega, Escocia y Canadá, “antes del año 2050 Chile perderá su papel de líder mundial y con ello pueden desaparecer los beneficios socioeconómicos de esta área productiva, y especialmente los ubicados en las regiones de Los Lagos, Aysén, y Magallanes”.
En este sentido en el estudio destacan que la salmonicultura se enfrenta a “desafíos similares a los de sus competidores a nivel internacional”.
Como cualquier actividad productiva, añaden, “la salmonicultura puede producir efectos indirectos y socialmente indeseables, a los que colectivamente se les denomina externalidades negativas”.
Una regulación moderna debe, por tanto, “proveer un marco institucional que permita minimizar la magnitud de las externalidades negativas de manera efectiva y eficiente (es decir, al menor costo posible privado y social) y lograr que el impacto social neto de la actividad sea positivo”.
El estudio analiza los impactos positivos y negativos que la actividad puede tener. Entre los positivos destaca el menor consumo de recursos hídricos, de materias primas y la huella de carbono en comparación con la ganadería de vacuno.
Las mayores diferencias con los países competidores están en los cambios reciente de la regulación en Noruega y Escocia para lograr “una expansión sustancial” de la producción en estos países en las próximas dos décadas, manteniendo “exigentes estándares ambientales”. A modo de ejemplo, señalan, en 2014, Noruega planificó ampliar la producción desde más de 1 millón de toneladas a más de 5 millones de toneladas en 2050. Así, en estos países “se entiende que es posible y deseable un crecimiento vigoroso de esta actividad sin sacrificio sanitario o ambiental”.
A juicio de los autores de este trabajo, es necesario “tener una política estratégica nacional” que permita producir beneficios privados y sociales, empleo, emprendimiento y desarrollo para las regiones Los Lagos, Aysén y Magallanes. El sistema actual que regula la operación lleva más de una década funcionando, “lo que sugiere que la planificación estratégica ha estado ausente”.
Por otro lado, sugieren que el crecimiento debe ser sostenible y aromonizado con el medio ambiente y que la regulación que se aplique “debe estar basada en la ciencia”.
Entre Chile y los países competidores, señala el estudio hay diferencias relacionadas con la eficiencia productiva. Mientras en estos países se ha producido una paulatina reducción del número de empresas operando para concentrar la producción bajo un modelo de economía de escala, “la realidad chilena es distinta porque en la normativa existen varios elementos que afectan negativamente la eficiencia productiva”.
En el país sudamericano, hay una menor flexibilidad en el sistema de biomasa máxima permitida y, por lo tanto, “menor eficiencia productiva”. En segundo lugar, después de la crisis del virus ISA, se fijaron períodos de descanso sanitario coordinados para las Agrupaciones de Concesiones o barrios. Estos descansos, que duran tres meses, son heterogéneos. En algunos barrios el ciclo productivo permitido puede ser de 15 meses entre descansos, en otros 21 meses, más allá de 24 meses, e incluso lapsos mayores.
Como el ciclo de crecimiento de salmónidos es relativamente estable, esta diferencia en duración de ciclos productivos permitidos genera descansos sanitarios extendidos en algunos centros, que se traducen en menor eficiencia. Finalmente, en la mayoría de los barrios conviven distintas empresas, lo que a veces genera fricciones entre ellas, posibles externalidades cruzadas y “no permite aprovechar algunas economías de escala y coordinación”.
El estudio ha sido publicado en el Consejo del Salmón de Chile y está accesible en código abierto a través del siguiente enlace: “Externalidades y regulación de la industria del salmón en Chile y el resto del mundo”.