Las actividades económicas enfrentan el desafío de avanzar hacia modelos más circulares para ser más sostenibles. La acuicultura no es ajena a este reto, por lo que es importante comprender en qué aspectos puede mejorar.
Con el objetivo de promover la aplicación de los principios de la economía circular en la acuicultura, Maria Cozzolino, doctorando en el Departamento de Economía de la Universidad de Messina y cofundadora de NISEA (cooperativa de investigación socioeconómica, ambiental y estadística para el sector pesquero), está llevando a cabo un intenso trabajo sobre el interés actual en la transición hacia la economía circular.
Para ello, analizó inicialmente cómo el ámbito académico aborda la economía circular en la acuicultura, realizando una revisión bibliográfica y un análisis sectorial, y examinando cómo este enfoque puede transformar la acuicultura intensiva, reduciendo su impacto ambiental y mejorando el aprovechamiento de los recursos.
Esta investigación ha sido posible gracias al apoyo del fondo ESF REACT-EU, PhD Innovation and Green ex DM1061, Ciclo XXXVI-2021, y concluirá a finales de 2024.
Los principios de la economía circular están en línea con las "4R" de la jerarquía de residuos: reducir, reutilizar, reciclar y recuperar. Sin embargo, Cozzolino señala que la mayoría de las prácticas circulares sugeridas en el ámbito académico se centran principalmente en la reducción de recursos, dejando amplio margen para integrar otros enfoques posibles.
Como explica para misPeces, los estudios sobre la economía circular en la acuicultura han experimentado un rápido desarrollo desde 2018, impulsados por iniciativas globales como el Blue Growth Initiative de la FAO y el Green Deal europeo. Estos programas, añade, han fomentado la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono, atrayendo la atención de la comunidad académica.
Entre 2021 y 2022, el interés creció significativamente, concentrándose más del 80% de las publicaciones en la creación de valor a partir de residuos y en el uso de recursos renovables, consolidando el papel clave de la acuicultura en la sostenibilidad económica y ambiental. El aumento de los estudios académicos sobre prácticas circulares podría estar relacionado con la adopción en Europa de la recomendación estratégica “Strategic Guidelines for a More Sustainable and Competitive EU Aquaculture (2021-2030)”, que destaca la necesidad de rediseñar los paradigmas de la acuicultura mediante la transición circular.
En la región del Mediterráneo, países como España e Italia se han posicionado como líderes en la implementación de prácticas de economía circular, tanto en sistemas marinos como en aguas continentales. Esto se refleja en el número significativo de estudios que abordan esta integración, representando ejemplos de cómo el sector y la academia trabajan para desarrollar soluciones innovadoras replicables a nivel internacional.
Según los resultados de su investigación, el 60% de los estudios se centran en la reutilización de subproductos acuícolas, destinados a las industrias nutracéutica, biotecnológica, alimentaria y a la producción de piensos para otras especies acuáticas.
Para Cozzolino, “es fundamental minimizar el consumo de recursos naturales y valorizar los subproductos” como el colágeno y los omega-3 derivados de los residuos de pescado, o extraer moléculas utilizables en construcción a partir de las conchas de los moluscos. Este enfoque no solo aporta beneficios ambientales, sino que puede fomentar sinergias entre sectores productivos, con impactos positivos en las economías locales.
A pesar de los avances, la transición hacia un modelo circular en la acuicultura no está exenta de desafíos. Entre ellos, Cozzolino destaca la falta de integración entre los principios de circularidad y la escasez de datos económicos y sociales en las investigaciones existentes.
Además, es necesario estudiar cómo factores como la ubicación geográfica y los sistemas de cría influyen en la implementación de prácticas circulares. Según Cozzolino, “es necesario un marco metodológico sólido para evaluar el impacto ambiental de las prácticas de economía circular en la acuicultura”. También es importante identificar las barreras y facilitadores para promover una adopción más amplia y efectiva de estos principios.
Por ejemplo, como explica, el Life Cycle Assessment (LCA) es una herramienta útil para medir los efectos y beneficios ambientales derivados de la transición hacia la economía circular.
Su investigación, aún en curso, presentará pronto los resultados de una encuesta nacional que ha involucrado a empresas del sector. Este análisis proporcionará datos significativos para orientar a empresas, responsables políticos e inversores. En algunos casos, las empresas ya están aplicando principios de economía circular, a veces de manera natural y poco consciente.
Cozzolino subraya la importancia del apoyo financiero para avanzar en este campo. “Estos trabajos no solo mejoran la comprensión de las oportunidades que ofrece la economía circular, sino que también inspiran a productores y científicos a colaborar para acelerar la transición hacia un modelo más sostenible y eficaz”.