En la próxima década, la evolución de las tecnologías audiovisuales revolucionará la producción de alimentos acuáticos, potenciando la sostenibilidad y la rentabilidad del sector. Con la implementación de estas innovaciones, los peces y mariscos se convertirán en informadores de sus propias necesidades, comunicándose mediante su conducta en el agua y los sonidos que producen.
Las técnicas tradicionales, que llevan más de diez años en desarrollo, involucran la estimación del número de ejemplares y su densidad poblacional, utilizando cámaras subacuáticas y sistemas acústicos.
Adicionalmente, estos sistemas aportan beneficios extra, como la detección de cambios en las corrientes acuáticas o la presencia de predadores y elementos perturbadores para los peces, como intrusos.
En el ámbito de la alimentación, las tecnologías acústicas, algunas de las cuales ya se aplican en el campo comercial, han permitido desarrollar métodos para mejorar la dieta de los langostinos, observando los sonidos a modo de “chasquidos” que estos emiten al alimentarse.
La vanguardia en estas tecnologías nos capacitará pronto para interpretar el comportamiento de especies como la lubina en cautiverio, proporcionando datos cruciales sobre su nivel de saciedad. El seguimiento de sus movimientos, analizado posteriormente con inteligencia artificial, nos brindará la oportunidad de optimizar los tiempos y frecuencia de alimentación.
Estudiar las conductas piscícolas es fundamental también para evaluar su bienestar y prevenir enfermedades, detectando comportamientos anómalos a través de patrones acústicos o visuales que faciliten intervenciones y tratamientos proactivos.
Estos avances también ofrecen un método no invasivo para monitorear la maduración reproductiva de los peces. Casos como estos se han desarrollado para determinar la maduración de las hembras de salmón Atlántico y también, en un reciente estudio del Hellenic Marine Research Center, se ha descifrado un amplio repertorio sonoro en la corvina (Argyrosomus regius). Ahora entendemos que la gama vocal de estos peces es más extensa de lo que se creía, con una variedad de “gruñidos” que nos revelan detalles sobre su estado de maduración y conducta reproductiva.