Informe

El sector acuícola y Europa alertan de la expansión del cormorán

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Las explotaciones de acuicultura acusan el crecimiento exponencial de estas aves que hibernan en la Península, alcanzando ya valores preocupantes tanto en el tejido productivo como medioambiental.

Cada año y con la llegada de los primeros aires fríos del norte, comienza una de las migraciones hacia el sur europeo que más preocupación están provocando en los piscicultores de la Unión Europea, dos subespecies de cormorán grande son las responsables.

En el litoral atlántico y con una clara predilección a los ambientes marinos, la especie nominal Phalacrocorax carbo carbo. En el interior y asociado a los flujos de aguas dulces, la subespecie Phalacrocorax carbo sinensis, con hábitos claramente más continentales, aunque este último también se ha podido observar en ambientes costeros.

La llegada de estas aves invernantes no debería ser signo de preocupación; sin embargo, desde mediados del pasado siglo se ha venido observando un incremento en los efectivos de estas dos subespecies a sus tradicionales cuarteles de invierno y una cada vez mayor dispersión hacia territorios más meridionales multiplicándose por 20 su población en los últimos 25 años.

El cormorán, un depredador oportunista

El cormorán, según diversos estudios realizados en base a la disponibilidad y abundancia de peces, es un depredador oportunista, nada selectivo, capaz de devorar una gran variedad de especies piscícolas, tanto dulceacuícolas como marinas.

Los estudios llevados a cabo en la década de los 90 tanto a nivel europeo como nacional han ofrecido datos precisos de la ingesta diaria del cormorán en invernada, que oscila entre los 0,3 y 0,5 Kg de de peces al día. Cabe resaltar que hay otros estudios más recientes sobre la dieta en época reproductiva que indican que un pollo de cormorán precisa como mínimo 0,6 Kg diarios de peces para su crecimiento.

Según los datos de ingesta de los cormoranes –anteriormente citados - solo en la Bahía de Cádiz, suponiendo una población de 4.000 ejemplares y con una ingesta diaria de 0,3 Kg, la biomasa total diaria resulta ser de 1,2 toneladas al día, que suponen pérdidas para la acuicultura de cerca de 450.000 € anuales.

El informe Europeo Redcafe

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Este paulatino incremento ha llegado a valores alarmantes, con una estimación según la SEO (Sociedad Española de Ornitología) en el censo de 2003 de 460.000 ejemplares para ambas subespecies, de las cuales España comprendería entre un 15 y 17 por ciento de la población Europea en época de invernada, siendo la subespecie P. carbo sinensis la más abundante. Esta subida lejos de haberse mantenido estable se ha disparado en los últimos años, estimándose según el último informe del parlamento Europeo en una población de 1,8 millones de ejemplares para ambas subespecies en todo el Continente.

Según se desprende del informe Europeo REDCAFE (Iniciativa Interdisciplinar para Reducir los Conflictos Pan-Europeos entre Cormoranes y Pesquerías) de 2003, las razones de tal aumento aun no parecen claras, pero si se invoca a un aumento en la disponibilidad de alimento y a su estatus de protección bajo la Directiva del Consejo 79/409/CEE, de 2 abril de 1979, relativa a la conservación de las aves silvestres.

Tras este espectacular crecimiento de la población, los conflictos entre pesquerías, pesca deportiva, y acuicultura no se han hecho esperar; de hecho, según se desprende del citado informe, no parece que haya suficiente coordinación en el plano internacional, además los planes realizados hasta el momento (espantapájaros, redes, disparos y otros métodos disuasorios) parecen ineficaces.

Por otra parte, acuicultores y pescadores comerciales manifestaron su preocupación en dicho informe por la pérdida de ingresos, llegando a considerarse un nivel promedio de pérdida anual del 9 al 12 por ciento. En otros sectores como la pesca deportiva, han reportado pérdidas anuales en torno al 50 por ciento.

Este conflicto afecta a España directamente en cada invernada, repercutiendo muy negativamente en economías locales y provocando fuertes desequilibrios en la ictiofauna local. De hecho, el precario estado de las poblaciones de salmón atlántico, en el norte de España, ha llevado al gobierno del Principado de Asturias a tomar una serie de medidas de control de la población de cormoranes, orientadas a paliar los efectos negativos de esta especie, y que pasa por eliminar el excedente de aves.

La acuicultura tradicional de la Bahía de Cádiz la gran perjudicada

Por otro lado, este problema tiene un efecto particular en el litoral del suroeste español, que afecta, sin lugar a dudas, de forma muy acusada tanto en el plano socioeconómico como medioambiental. Sólo a nivel del marco de la Bahía de Cádiz, unos 4.000 ejemplares pasan el invierno alimentándose en esteros, caños y canales.

Todas las medidas disuasorias utilizadas por las empresas afectadas (disparos de intimidación, fuegos artificiales, espantapájaros) han resultado ineficaces, incluso el uso de aves rapaces (cetrería) no ha ofrecido ningún resultado satisfactorio, aunque si bien es verdad, la instalación de redes en zonas de producción semi-intensiva parece estar ofreciendo una exigua tregua durante los meses de invernada, sin suponer esto una solución definitiva, ya que estás aves aprenden rápidamente a entrar aprovechando los huecos.

Asimismo, en la mayoría de los casos, la tipología de los esteros de producción tradicional hace tremendamente dificultosa sino inviable su instalación. Es en este último tipo de acuicultura tradicional donde mayores pérdidas se están registrando año tras año, con disminuciones de hasta el 65 por ciento de la producción.

Por otra parte y a falta de datos a nivel regional, la acuicultura en jaulas puede verse afectada también en Andalucía, tal como ocurre en el Reino Unido, donde el informe REDCAFE de 2005 “Summary & National Overviews”, advierte sobre diversos estudios que demuestran la capacidad que tiene esta especie de depredar a través de las redes e infligir daños mortales a los peces, provocando pérdidas por valor del 1,4 por ciento anual en las empresas estudiadas.

La solución parte por más implicación de las Administraciones

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¿Cuál es la solución? No cabe duda que la solución pasa por generar una mayor implicación por parte de las Administraciones, aunque actualmente existen programas europeos como los realizados por REDCAFE y seminarios como el celebrado en Bruselas el 4 de noviembre de 2008 especializados en difundir e investigar el conflicto. Tal como citó Félix Rauschmayer (Sociólogo - Helmoltz Center for Environmental Research), “la falta de coordinación a nivel europeo de gestión es ineficiente y puede poner en peligro a los sectores implicados”. Esta falta de coordinación ha sido también expresada por el Comisario de Pesca Europeo, Joe Börg, en un discurso sobre la "estrategia de la acuicultura europea".

Lo que no resulta tan obvio es qué resulta mejor, quizás sea… ¿poner más redes en los espacios naturales?, ¿apelar aún más en los métodos disuasorios?, ¿financiar las repoblaciones de salmónidos en los ríos, o indemnizar a productores acuícolas, pesquerías y pesca deportiva?, tal como se hace con el conflicto existente entre ganaderos vs lobo en el norte de España.

Dirigir los esfuerzos en este sentido probablemente garantice que se paliarán los efectos a nivel socioeconómico de los sectores implicados, especialmente la acuicultura, beneficiando a los actores implicados por ambas partes. El problema es que el conflicto tenderá a incrementarse sin resolverse la raíz del mismo y este seguirá persistiendo.

Actualmente, bajo la Directiva de Aves, la captura y matanza deliberada del cormorán, así como la perturbación o destrucción de sus nidos o huevos, sólo puede ser permitido por los Estados miembros de conformidad con el régimen de excepción de la directiva. Por lo que los Estados miembros pueden hacer pleno uso de las excepciones y disposiciones de la Directiva sobre las aves para evitar los daños causados por los cormoranes a la pesca, donde este se justifica en la ausencia de soluciones alternativas.

Del último informe europeo se desprende la necesidad de disminuir la población del cormorán, pero no desde luego sin una evaluación y valoración precisa de los daños y pérdidas que ocasionan a nivel local, tanto a productores como a las repercusiones medioambientales que se puedan derivar.

¿Hay alguna vía entonces?, ¿países, instituciones científicas, universidades y empresas y sectores implicados trabajando juntos? Sin duda este es el camino que se sugiere a nivel europeo. En cualquier caso, las soluciones deben ir encaminadas hacia un mayor control de la población sin confusión de objetivos e implicación de las administraciones ante un problema ecológico continental, que consume al año 300.000 toneladas de peces, más que la producción de todas las piscifactorías de Francia, España, Italia, Alemania, Hungría y la República Checa juntas en el mismo periodo.

 

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