El actual sistema producción, comercialización y consumo de los alimentos es altamente ineficiente ya que, según datos aportados recientemente por el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, en se desperdicia el 20% de todo lo que se produce. Una cifra que a escala mundial representa, según la FAO, el 14%.
El desperdicio se produce a lo largo de toda la cadena de valor de los alimentos, desde la granja hasta que llega a la mesa, y para mejorar la situación requiere que los alimentos no sean visto como un mero objeto comercial, sino como un recurso alimentario limitado.
Por eso desde el ministerio la nueva Ley Prevención de las Pérdidas y Desperdicio Alimentario y que, entre otras medidas, establece que todos los operadores de la cadena alimentaria cuenten con un plan de prevención de pérdidas y desperdicios.
Los consumidores también tenemos una responsabilidad en todo este desperdicio ya que se calcula que en los hogares se desperdicia hasta el 11% de los alimentos que se adquieren. A lo que se suma la forma de adquirirlos. Cuando compramos un alimento entero y no las partes comestibles hacemos que llegue al cubo de la basura un tercio de las partes que podrían ser reintroducidos en el sistema alimentario humano y animal.
En el caso del pescado, cuando lo adquirimos entero, la pérdida puede llegar a ser de entre el 45 y 55%, dependiendo de la especie en cuestión.
Dada la importancia de poder gestionar mejor los alimentos, desde el Centro Tecnológico de Acuicultura de Andalucía (CTAQUA) han apostado por el desarrollo de proyectos en los que a través de la innovación buscan soluciones para la generación de residuos en las plantas de acuicultura.
Para ello, como señala al respecto Myriam Retamero, jefa del Departamento de Innovación Empresarial y Desarrollo de negocio de CTAQUA, “identificamos los subproductos generados en la valorización y transformación de los productos pesqueros, asesoramos a las empresas para asegurar que dichos subproductos se mantengan como materias primas con la misma calidad que sus productos de origen, y aportamos ideas y técnicas de procesado novedosas para el desarrollo de nuevos formatos basados en estos subproductos”.
Además, como señala, CTAQUA ha venido realizando un ejercicio de identificación a nivel sectorial de todos aquellos residuos susceptibles de valorizar para reducir el impacto que podrían generar en el medio si no se gestionaran correctamente.
En este sentido, han sido testados desde conchas de moluscos para la elaboración de cosméticos, la extracción de ácidos grasos saludables (omegas) para el desarrollo de cápsulas nutracéuticas, el desarrollo de compost con SANDACH procedentes de instalaciones acuícolas, o el aprovechamiento de los blooms de macroalgas generados en determinadas estaciones del año en los esteros de la región suratlántica para diferentes desarrollos: compost, fertilizantes, alimentación animal o alimentación humana.
A través de diferentes proyectos y servicios, señala, “CTAQUA apuesta claramente por desarrollar acciones que minimicen la generación de desperdicios en la industria alimentaria, dando como resultado formatos novedosos como dumplings marinos, croquetas con algas, embutidos de corvina y lubina, patés o ahumados”.
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