Los niveles tróficos se diseñaron para simplificar la clasificación de los animales en un sistema de flujo de energía o nutrientes. Es decir, poner en un mismo nivel aquellos que ocupan un lugar equivalente en la cadena alimenticia. Aunque los niveles tróficos son utilizados para entender cómo funciona cada organismo en un ecosistema, dentro de este esquema, los peces de acuicultura como el salmón, la trucha, la dorada o la lubina, hace años que dejaron de ser carnívoros estrictos.
Por eso, no se entiende por qué, a día de hoy, se sigue hablando de niveles tróficos cuando estamos hablando de ganadería. En las escuelas nos enseñaron que las vacas comen hierba, sin embargo, ¿sabías que fundamentalmente se alimentan de cereales, leguminosas y, complementos de melazas y harinas de pescado y carnes, entre otras?
Pues con los peces como la lubina o la dorada pasa al revés. Lo mismo que con la carpa o la tilapia, hasta ahora consideradas herbívoras de bajo nivel trófico. Buena parte de la alimentación de estos peces, considerados como carnívoros, está basada en proteínas y aceites vegetales. Es cierto que hace tiempo, mucho tiempo, los peces de acuicultura se alimentaban básicamente con harinas y aceite de pescado de origen silvestre. Pero eso, ya no es así.
Ahora, la harina y el aceite de pescado, que sigue estando presente minoritariamente y estratégicamente respecto a otras materias primas, tienen un origen silvestre y, también, en muchos casos circular.
En el segmento de los peces alimentados la composición de los piensos está constantemente cambiando, y cada vez se alejan más de sus homólogos silvestres como indicador útil de la intensidad de los recursos.
Hoy en día, tres cuartas partes de las materias primas usadas en los piensos de estas especies ya están fabricados con materias primas vegetales, de fuentes renovables, restaurativas y circulares. Los ingredientes proceden de la reutilización de co-productos de otras industrias agroalimentarias; y otras son noveles, como las proteínas unicelulares o los aceites de microalgas, entre otras.
La tendencia a disminuir su empleo irá creciendo en los próximos años, y es probable que, con los últimos avances tecnológicos, la participación de las fuentes silvestres será cero en el horizonte más cercano. En algunos casos puntuales, como algunas producciones de salmón y la trucha, ya lo es.
A pesar de que los datos hablan por sí solos, buena parte de la academia sigue estando ajena a esta realidad y sigue comparando a los peces de acuicultura como carnívoros dentro de la cadena trófica. Lo más preocupante de este hecho es cuando se ponen al mismo nivel en un estudio de huella ambiental una dorada o una lubina de acuicultura con una silvestre.
Las palabras que utilizamos son muy importantes. Más de lo que muchas veces somos capaces de percibir. La palabra puede ser fuente de inspiración para muchos, sirve para educar, y son una herramienta poderosa para cambiar el mundo y generar un cambio real en nuestra sociedad.
La piscicultura como actividad ganadera está llamada a liderar la acción climática en 2050, momento en el cual se espera que alcance la neutralidad climática. Además, hoy en día es la más sostenible de todas las ganaderías en consumo de agua y otros recursos por ser grandes convertidores de alimento.
Olvidémonos de los niveles tróficos como medida de la sostenibilidad y centrémonos en la eficiencia de los alimentos y de los recursos disponibles. Si queremos cambiar el mundo, actualicemos los conceptos.