Enfoques equilibrados de ciencia, política e inversión apoyan la idea de que hay que mirar más hacia la acuicultura continental, igual que estamos haciendo con la maricultura, para contribuir de manera más eficaz a la nutrición y seguridad alimentaria mundial.
La población mundial está creciendo de manera significativa. Un modelo que no incluya los alimentos azules en la ecuación y seguir con el actual modelo de producción de alimentos nos dejará sin recursos para poder alimentar al planeta. Por eso, una mirada a las opciones de la acuicultura continental, tal y como se está haciendo con la marina, no es nada descabellado. Más bien, es algo necesario.
Se estima que el mayor crecimiento de productos acuáticos se dará en países del hemisferio sur, principalmente en África y Asia. En estos países, gran parte del pescado de agua dulce que se produce se destina al autoconsumo o consumo nacional entre personas con bajos o medianos recursos.
Las principales especies piscícolas que se cultivan en el mundo como la carpa, la tilapia y el pez gato son de agua dulce. Estas especies tienen como ventaja añadida que son omnívoras y, por tanto, menos demandantes de proteína en los piensos. También se trata de especies bien domesticadas y con alta tolerancia a bajos niveles de oxígeno disuelto, por lo que se pueden cultivar con bajos niveles técnicos.
A través de la ecointensficación es posible aumentar la capacidad para producir alimentos azules de origen continental sin crear mayor presión sobre los ecosistemas.
Para ello hace falta que la investigación se dirija también a estas especies y no se centre casi exclusivamente en las marinas; probando nuevos sistemas de cultivo que beneficien a más personas en el mundo.
Los enfoques de la UE para la Economía Azul están dirigidos (entrecomillo) "a las industrias y sectores relacionados con los océanos, los mares y las costas". ¿Y qué hay de los ríos y lagos? ¿Por qué se deja al margen la actividad continental?. ¿Acaso no es una producción azul?