A aquellos que todavía le surgen dudas sobre cómo la acuicultura hace el milagro de los peces, les diría que se paren a reflexionar un poco sobre como la agricultura y la ganadería nos hizo avanzar como civilización. Ahora es el momento que la acuicultura se sume de pleno derecho. La pesca ya no es capaz de suministrar todo el alimento azul que necesitamos, ni siquiera entre los países más ricos en pesca silvestre del mundo.
La acuicultura es una opción real para millones de personas en el planeta, tanto para alimentarse, como por ser su medio de vida.
Además, es una opción renovable que necesita de un medio acuático en sus mejores condiciones; por eso, en numerosas ocasiones, ejerce de garante de la calidad del medio ambiente circundante.
En el plano nutricional los alimentos azules son muy interesantes y esenciales. Nos permiten poder llevar una vida saludable para nosotros ya que se convierte en fuente natural de proteínas y ácidos grasos poliinsaturados, amen de micronutrientes importantes y vitaminas. También para el planeta, ya que es una forma de producción de proteína animal de baja huella de carbono y con unas capacidades de circularidad muy por encima de otras ganaderías.
Por si estas razones aún no fueran suficientes, son generadoras de empleo allá donde se instalan. Y no solo empleo directo, tienen un impacto positivo en otras muchas actividades relacionadas, desde la investigadora, a la del sector servicios y tecnología.
Aunque muchos ven la acuicultura como una amenaza para el turismo, es todo lo contrario, es una oportunidad, y algunos ya han sabido verle el negocio, lo mismo que a las almadrabas de atún. Todo depende del enfoque y de las ganas de innovar.
¿Qué más se puede pedir?