Los científicos de la universidad noruega de Bergen, Aina-Cathrine Øvergård and Helena Marie Doherty Midtbø están liderando el proyecto CrispResist que investiga la posibilidad de usar la edición genética con CRISP/Cas9 para hacer más resistente al salmón Atlántico al piojo de mar.
En este proyecto liderado por NOFIMA colaboran investigadores de Noruega, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Suecia y Australia, ya que, como señalan, “es un problema complejo de resolver”. Cada equipo de investigadores tiene un cometido particular. Así, por ejemplo, los investigadores de la Universidad de Edimburgo están estudiando la dinámica de la población de los piojos de mar. Esta información puede indicar cómo la reducción del número de piojos afecta al bienestar del salmón silvestre.
Por su parte, en la Universidad de Melbourne se estudia la adaptación del piojo de mar a los cambios que se produzcan en el salmón.
Para ello, previamente están analizando los genes de varias especies de salmón del Pacífico que son más resistentes al piojo de mar que el salmón Atlántico. Una vez identificados, los investigadores aplicarán la herramienta de CRISPR para hacer más resistentes a los salmones del Atlántico.
Øvergård trabajó en el Sea Lice Research Centre, un centro para la innovación impulsada por la investigación, de 2012 a 2019. Junto con Midtbø, ha continuado la investigación iniciada en el centro en dos proyectos FHF, ModuLus y SaliVax, en los que están examinando específicamente la interacción huésped-parásito entre el salmón y el piojo.
Al igual que los otros investigadores de CrispResist, quieren encontrar soluciones que puedan ayudar a reducir la prevalencia de piojos en el salmón, mejorando así su bienestar general.
Con la edición genética se puede conseguir mejorar la resistencia de los salmones. Sin embargo, para que se pueda aplicar industrialmente debe generar el interés de la industria y conseguir cambios en la normativa y la aceptación de los mercados.
Además de la edición de genes los investigadores van a trabajar con vacunas a partir de proteínas obtenidas de las glándulas salivares de los piojos. Una combinación de ambas herramientas podría mejorar la resistencia de los salmones al piojo de mar. Además, como señalan, las vacunas son un método aceptado, por lo que en cinco años podrían salir al mercado.
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