Los efluentes de industrias procesadoras de alimentos se han revelado en los últimos años como una de las alternativas más prometedoras para el cultivo de microalgas ya que se puede conseguir abaratar los costes del sustrato para el crecimiento algal y, de otra parte, contribuir a los principios de economía circular al reintroducir nutrientes que de otra forma se perderían.
Una de las industrias con más potencial para el acople del cultivo de microalgas es la azucarera. Gracias a los desechos del procesado de azúcar, principalmente carbohidratos se pueden hacer crecer especies como Chlorella vulgaris, con un ciclo de vida muy conocido, que crece rápido y que produce nutrientes de gran interés como carotenoides, vitaminas, ácidos grasos del tipo Omega-3 y proteínas de alto valor.
Investigadores de la Universidad Khon Kaen de Tailandia compararon el rendimiento del cultivo de Chlorella con efluentes de una azucarera y con un sustrato sintético observando que los contenidos de biomasa.
En el caso de las microalgas cultivadas en un estanque facultativo primario aumentaron un 59% en el caso de la biomasa; un 83,83% en proteínas; y 110,66% en el caso de los lípidos. Por su parte, en efluentes con tratamiento secundario aireado mecánicamente, los aumentos de carbohidratos fueron de 21,51% y los de carotenoides de 65,05%.
En general, señalan los investigadores, el agua de corriente secundaria de este tipo de industrias está compuesta por azúcares y carbohidratos y en gran parte está compuesta por partículas de bagazo inofensivas.
En general, la composición del agua de desecho de la industria azucarera a escala comercial es superior nutricionalmente que el medio sintético fabricado para el cultivo de las microalgas y, por tanto, presentan una alternativa “factible y práctica”.
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